Dentro del Foro Social Mundial 2021, ha tenido lugar este 25 de enero un panel con el titulo RBUI, ganar en libertad asegurando la subsistencia.
En el mismo, han participado como ponentes Eduardo Suplicy, Sergio Mesquita y la autora de la ponencia que reproducimos a continuación, Juana Pérez Montero.
El lema del Foro Otro mundo es posible conecta con lo que sentimos y pensamos y con nuestra fe profunda en el proceso humano. Y ello nos lleva a preguntarnos –en este ámbito y desde la temática que nos ha convocado- cómo sería ese mundo al que aspiramos y qué instrumentos, pasos, relaciones, etc. necesitamos llevar adelante para construirlo.
Tratando de explicar en una frase el mundo en el que vivimos, podemos decir que la esencia del mismo es la violencia, que tiene distintas y numerosas caras y que podemos sintetizar como violencia física, económica, racial, sexual, religiosa, moral y psicológica. Siendo en este momento la violencia económica, quizás, la madre de todas las violencias al traspasar en buena medida a todas las víctimas del resto de las violencias.
Si la esencia de este sistema es la violencia y, por tanto, la destrucción y la muerte -la destrucción y la muerte de toda forma de vida como estamos comprobando-, al tratar de imaginar ese otro mundo que creemos posible y al que aspiramos, necesariamente lo imaginamos noviolento.
Pero la noviolencia no implica pasividad -como los detractores de la misma publicitan-. No, la noviolencia en su esencia lleva también el compromiso moral con la acción en la dirección de tratar de desarrollar una nueva cultura y el camino que lleve a ella… por supuesto, lejos de la imposición e incluso más allá de los resultados concretos a corto plazo.
Y desde la noviolencia activa, nos planteamos la denuncia de este sistema violento y sus desmanes, pero -a nuestro entender y sobre todo- deberíamos poner nuestra energía en la construcción de lo nuevo, de eso que imaginamos y anhelamos.
¿Y cómo es ese mundo que anhelamos? Es un mundo en el que las personas y el ámbito en el viven estarán en el centro, en el que la Vida con mayúsculas estará en el centro, en el que la vida y la libertad del ser humano estén en el centro, en el que nada esté por encima del ser humano y ningún ser humano esté por encima de otro.
Ese mundo que afirme la igualdad de todas las personas, trabajará necesariamente por la superación de la simple formalidad de iguales derechos ante la ley, avanzando hacia un mundo de iguales oportunidades para todos.
Y para que sea posible, cada persona, las poblaciones, necesitan condiciones de vida que les vayan acercando a esa igualdad de oportunidades.
¿De qué oportunidades podemos hablarles hoy a miles de millones de seres humanos que apenas tienen algo que llevarse a la boca? ¿a los mayores que no tienen pensión alguna? ¿A tantas mujeres que han de vivir con su maltratador porque no tienen cómo mantenerse y mantener a sus hijos? ¿De qué oportunidades y, por tanto, de qué libertad de pensar, sentir y hacer, hablamos cuando hablamos de millones de niños que desarrollan empleos por un plato de comida o poco más? ¿De qué libertad y oportunidades hablamos cuando hablamos del matrimonio infantil, de la prostitución infantil… o de buena parte de la prostitución en general? ¿De qué oportunidades hablamos cuando observamos la situación de gran parte de la población LGTBIQ? ¿De qué libertad de negociación hablamos a millones y millones de trabajadores que han de aceptar un empleo precario que no les permite subsistir en condiciones de vida mínimamente decentes…? Así podríamos ir recorriendo más y más colectivos para corroborar que no existe esa igualdad de oportunidades en la práctica.
Pero ¿cómo empezar a avanzar en generar condiciones para que sea una realidad la igualdad de oportunidades?
Sin duda, hemos de comenzar por lo más básico, por asegurar la subsistencia de todos los seres humanos. Hay riqueza suficiente para ello. La clave está en cuestionar la concentración de tal riqueza en cada vez menos manos y la redistribución de la misma. Hemos de no aceptar y denunciar el discurso que dice que no hay recursos para todas las personas.
Decíamos: Lo más básico es asegurar la subsistencia de todos los seres humanos y, para ello, ha de reconocerse el derecho a la subsistencia como el primero de los derechos humanos.
La humanidad necesita que ese artículo 25 de la Declaración de los DDHH se desarrolle como se ha hecho con otros derechos.
Por supuesto que no cuestionamos el resto de los derechos ¿Cómo vamos a cuestionar el derecho a la educación, a la sanidad, etc…? En absoluto.
Lo que estamos diciendo es que tales derechos -estarán de acuerdo conmigo- sobran si la subsistencia no está asegurada.
Así es que hemos de hacer todo lo que esté en nuestras manos para que Naciones Unidas –de comienzo- reconozca tal derecho y anime a implementar las medidas necesarias para que se concrete en la práctica. Y una medida excelente por universal, incondicional, individual y suficiente, es la implementación de una renta básica.
Desde luego que, para que este derecho sea implementado en cada territorio, los activistas hemos de trabajar para que los gobiernos legislen en tal dirección pero, además, me parece que es fundamental plantear y qué mejor que en este Foro Mundial, que este derecho hemos de pensarlo y ayudar para que se concrete para toda la humanidad, no solamente para ciertos países en los que estamos.
Quienes estamos en este encuentro mundial, estoy segura que nos sentimos ciudadanos del mundo y que sabemos que las fronteras solo son para los pobres, que los ricos encuentran las puertas abiertas, que el gran capital no tiene ni es fiel a bandera alguna. Por tanto, necesitamos mantener nuestra mirada internacionalista y reivindicar el mismo derecho para todos los seres humanos. Necesitamos empezar a alzar la voz en contra de las fronteras, por cierto. Pero éste es otro tema.
Volvamos a la renta básica y a asegurar la subsistencia para todas y todos. Y hablemos de algunas de las consecuencias que puede suponer su implementación.
La primera consecuencia es la desaparición de la pobreza de un plumazo.
Ello eliminaría todas las enfermedades físicas y mentales asociadas a la precariedad y, por tanto, las derivadas también de las somatizaciones que produce el cierre de futuro por no tener la subsistencia asegurada.
Al hablar de eliminar la pobreza, de romper temores a futuro… hablamos de modificar las condiciones de vida, de liberación, de contar con nuestro tiempo y poder decidir qué hacemos con él, de asegurar condiciones para desarrollar nuestra libertad, en definitiva.
Libertad para negociar empleos, libertad para tener sexo con quien y cuando elijamos, libertad para relacionarnos en todos los campos con quien o quienes queramos, libertad para apostar por formas de gobierno más horizontales… libertad… libertad… y, por tanto, democracia también.
No es fácil sentirnos libres cuando no tenemos qué llevarnos a la boca o no tenemos para dar de comer a nuestros hijos.
No es fácil…. Imaginémoslo por un instante…
Les invito a que imaginen conmigo por unos momentos…
Imaginemos que no tenemos para comer hoy… y que no sabemos cómo conseguir comida para que nuestro seres más queridos coman hoy… ni mañana…. ni pasado mañana… ¿Somos capaces de imaginarlo?…
Y ahora, sólo por un instante también… Imaginemos que tenemos la subsistencia asegurada… que contamos con un suelo material asegurado… que no hemos de preocuparnos más por tener asegurada la comida, la luz… básico… ciertas condiciones de vida básicas…
¿Verdad que se abre el futuro? ¿No es cierto que pasamos de una sensación de angustia, de asfixia, de oscuridad, donde toda nuestra energía, todo nuestro tiempo está dedicado a ver cómo salir adelante, a una sensación de distensión, en la que podemos comenzar a respirar profundamente, desde la que podemos observar cómo se ilumina nuestro mundo interno y afuera…? ¿Tal vez, cómo sale a la luz lo mejor de cada una y de los otros, como se ilumina el futuro?
Este tipo de sensaciones, de registros, esto es lo que millones y millones de seres humanos no experimentan hoy pero que pueden experimentar si tienen asegurada la subsistencia.
Esto, amigos, hace al mundo noviolento al que aspiramos, a la experiencia personal de ese mundo que queremos construir. Esto es hablar de ir avanzando en contar con igualdad de oportunidades para todas, esto es ir concretando condiciones que nos permitan desarrollar nuestra libertad.
Hablar de renta básica universal, incondicional, individual y suficiente es hablar de tener la subsistencia asegurada.
Y tener la subsistencia asegurada es poner la base material para avanzar en nuestra liberación, en poder hacer crecer la bondad y la compasión que todas y todos llevamos dentro y relacionarnos desde ahí, en poder dedicarnos a desarrollar nuestra intencionalidad y humanidad en un arcoíris de posibilidades y colores, es hacer crecer nuestro espíritu. Es, en definitiva, avanzar en desplegar nuestra libertad sin límite.
Muchas gracias.