En Myanmar, país del sudeste asiático anteriormente conocido como Birmania, el pasado 1 de febrero el Tatmadaw, el Ejército nacional, retomó el poder con un golpe de Estado, declarando el estado de emergencia por un año y arrestando a los líderes civiles, cuyo gobierno había sido nuevamente ratificado con una abrumadora victoria de la Liga Nacional por la Democracia en las elecciones de noviembre de 2020. Desde el primer día una movilización popular masiva y transversal se está rebelando en contra de la vuelta de la Junta militar a la cabeza del Estado, desfilando en las calles con el gesto de los tres dedos en alto. La represión de la protesta ha sido feroz y sangrienta, dejando cientos de muertos entre los manifestantes, quienes a pesar de todo siguen luchando con firmeza contra la nueva dictadura. Para conocer un poquito más en profundidad la realidad actual de Myanmar, en el programa radial Cuatro Elementos del 22 de abril de 2021 nos conectamos con Claus Kiaer, activista humanista danés por la paz y la noviolencia y promotor de una campaña por el cese de la violencia en Myanmar, y Zakaria Abdul Rahim, de etnia rohingya, activo en la integración de los birmanos en Dinamarca y en la solidaridad y la cooperación internacional con los rohingyas.


[La entrevista se desarrolló en inglés y a continuación pueden escuchar la grabación traducida y doblada al español]


Desde 2015 estaba en el poder un gobierno democráticamente electo, pero el Ejército, que había gobernado el país durante décadas, no había desaparecido ni del Estado ni de la vida política birmana. Se quedó con mucho poder, pero aceptando de alguna forma el gobierno de la Liga Nacional por la Democracia. ¿Qué pasó a finales de 2020, cuando la LND volvió a ganar las elecciones pero esta vez las Fuerzas Armadas no aceptaron los resultados? ¿Por qué razón realizaron un golpe de Estado en el día de la asunción del nuevo Parlamento?

ZAKARIA ABDUL RAHIM: Primero que todo, déjame decirte que en realidad los militares nunca aceptaron al gobierno democrático. Nunca. Lo que hicieron ellos fue intentar utilizar a Aung San Suu Kyi como títere para que ella hiciera todo lo que ellos querían. Esto es lo que pasó. La utilizaron para seguir actuando como querían, pero siendo libres de todas las dificultades que tenían anteriormente. Intentaron de alguna forma facilitarse las cosas a través de Aung San Suu Kyi. Con respecto a tus preguntas: ¿qué pasó en las últimas elecciones en 2020? y ¿Por qué ahora se llegó a un golpe de estado? Pasó que los militares querían que el gobierno democráticamente electo (no lo llamemos 100% democrático, pero ellos hicieron lo mejor que pudieron) fuese dirigido por un militar y querían mantener los puestos más importantes, pero los miembros del gobierno democráticamente electo no aceptaron eso. Los militares querían seguir llevando las riendas del gobierno y siempre quisieron preservar su papel central. Si bien de fachada había un gobierno democráticamente electo, los militares siempre mantuvieron los ministerios clave. Externamente el gobierno “democrático” actuaba, como un títere, pero en realidad, detrás, era el Ejército el que estaba realmente gobernando. Un ejemplo de todo esto es lo que ocurrió en el caso de los rohingyas en 2017. Cuando muchos poblados rohingyas fueron incendiados y muchísima gente huyó hacia Bangladesh, fue el Ejército el que quemó las casas, no el gobierno “democrático”. El gobierno “democrático” de alguna forma avaló y aceptó eso para intentar sobrevivir, pensando en que esto les hubiese entregado más apertura y más espacios de maniobra de ahí en adelante, pero el golpe de Estado finalmente llegó igual.


Claus, tú conoces bien Myanmar porque viviste allí y estás en contacto con muchas personas del lugar. ¿Cuál ha sido la reacción de la gente frente al golpe de Estado? Sé que han habido protestas y la represión en contra de los manifestantes ha sido muy violenta. De hecho eres uno de los promotores de una campaña para que cesen las violencias en contra del pueblo de Myanmar. ¿Qué nos puedes contar sobre eso?

CLAUS KIAER: Mira, leí la noticia del golpe casi en el momento exacto en el que este ocurrió, en la capital Naipyidó. Inmediatamente mandé un mensaje a mis amigos de allá y ellos me confirmaron lo que estaba pasando. Me dijeron que en un primer momento se habían preocupado, pero luego afirmaron que “ya estamos preparados para esto, ya lo vivimos”. Y de hecho muy rápidamente, en los dos primeros días únicamente en las grandes ciudades como Rangún, Mandalay y unas pocas otras, pero después a lo largo y ancho del país, se difundió la protesta en contra del golpe militar. Y según mi interpretación y basándome también en lo que me han dicho y en lo que he visto en otros momentos en Myanmar, las manifestaciones cuentan con un gran apoyo nacional. La primera vez que estuve en el país, en 2009, durante el proceso contra “la Lady”, Aung San Suu Kyi, en las calles había más silencio, la protesta era más silenciosa, pero sin embargo se percibía que la gente estaba resistiendo, unida, en los templos, en las calles, en las montañas, en los lagos, en todas las partes del país por donde iba. Pero esta vez es distinto, porque además se trata de una nueva generación la que está luchando, que en los últimos 10 años ha aprendido mucho de lo que ha pasado a nivel internacional, en el resto del mundo. Una generación conectada a través de las redes sociales y que ya perdió el miedo. De lo que he podido conocer a través de mi amigos y de las redes, la gente está reaccionando de distintas maneras, hay de todo un poco. Las emociones más variadas: desde el susto, el terror, hasta una suerte de sentimiento de unidad, de sentirse todos juntos. Ellos saben, o por lo menos yo estoy convencido que ellos saben, que no están solos. Pero al mismo tiempo ellos también saben que necesitan apoyo internacional para deshacerse de este régimen militar. El Ejército en este momento tiene el poder sola y únicamente por tener las armas, pero no tiene el apoyo de la población. A este propósito, la campaña humanista que hemos lanzado es muy simple. Se trata de una carta, bien clara, dirigida a las Embajadas de Myanmar en el mundo, es decir directamente al régimen, a la Junta militar. Ya la estamos difundiendo entre nuestros amigos, en la red de humanistas en todo el mundo, entre las familias y a distintas organizaciones. Cada persona puede enviar personalmente la carta a la Embajada de su elección o también la pueden enviar organizaciones, partidos, colectivos… Por supuesto, el objetivo es sensibilizar y crear conciencia sobre lo que está pasando en Myanmar.

 

Zakaria, estabas hablando de los rohingyas. Muchas veces en el programa hemos hablado del genocidio y de la violencia que está sufriendo esta componente étnica de Myanmar de religión musulmana. En este minuto, y con un golpe en acto, ¿qué está pasando con ellos?

Z. A. R.: La situación ahora es la misma que antes del golpe militar y los responsables de toda la crisis son los militares. Probablemente mucha gente no lo sabe, pero la situación es que las aldeas rohingyas están siendo quemadas y esto es el fruto de un acuerdo de la Junta militar con China, para que pueda instalar en esa zona de Myanmar sus fábricas y sus plantas de producción. Cada vez que tienen que entregar terrenos a las industrias chinas, los militares incendian pueblos. Esto es lo que hacen de verdad. Sin embargo, cubren todo con una propaganda de carácter religioso y tratan de generar odio entre los mismos birmanos. Los militares llegan hasta ocupar monjes budistas, obviamente falsos monjes, para que hagan actos de violencia en contra de los rohingyas. La mayoría del país es budista, sigue el budismo, y los militares aprovechan de esto para tratar de instalar la idea que en una “democracia” en que haya una pluralidad de religiones, la que tiene la parte más grande de la población es la que gana y tiene que mandar y tomar las decisiones, mientras todos los demás se tienen que quedar callados. Esto es lo que trata de hacer la Junta militar, la cual estuvo detrás de estas violencias mientras estaba formalmente en el poder el gobierno democráticamente electo, generando dificultades para el mismo gobierno. Todas las minorías étnicas vivieron y viven problemas parecidos a los de los rohingyas, con incendios y otros tipos de violaciones a sus derechos. Igualmente, todas las minorías culpan al gobierno “democratico” de no haber hecho nada para mejorar su condición. Este gobierno efectivamente actuó haciendo lo que le convenía más y lo que le permitía mantenerse en el poder, por eso la situación de los rohingyas y las otras minorías quedó exactamente la misma. Tampoco es que podía hacer mucho, pero el problema principal ocurrió cuando el caso del genocidio de los rohingyas llegó a la Corte Internacional de Justicia y Aung San Suu Kyi, lideresa de facto del gobierno democraticamente electo, negó la existencia de ese genocidio. Sin dudas los militares de alguna forma la obligaron a decir esto, estuvieron detrás de ella, como poniéndole una pistola en la espalda, pero yo creo que por otro lado fue un grave error afirmar eso. Además, complacer a los militares con eso tampoco le sirvió tanto. Los militares hicieron el golpe de Estado e inmediatamente detuvieron a Suu Kyi, ahora ella se encuentra en la cárcel imputada de seis cargos, todos inventados, y no puede hacer nada.


Claro, esas declaraciones de la “Dama” significaron una gran decepción y determinaron de alguna forma la caída de su mito, de su figura de luchadora por los derechos humanos, negando este genocidio renegó su historia…

Z. A. R.: Sí, efectivamente muchos importantes defensores de los derechos humanos, de todo el mundo, le sugirieron hacer algo en favor del pueblo rohingya y de las minorías, pero ella ignoró estas presiones, ignoró hasta el Dalai Lama y otras grandes figuras de la misma envergadura que intentaron empujarla y “despertarla”. Pero no hubo caso y justamente la comunidad internacional quedó muy molesta con su comportamiento.

 

Volviendo a las protestas en contra del golpe, quería preguntar cuál ha sido el rol de los movimientos sociales en estas movilizaciones. He leído que por ejemplo profesionales de la salud, estudiantes, profesores, están jugando un papel muy importante en la rebelión en contra del golpe de Estado.

C. K.: Según las informaciones que tengo, que me llegaron hace algunas semanas, en las primeras manifestaciones todos los que tú mencionas han estado activamente en las calles, durante semanas. Luego han habido días en que nadie más anduvo afuera, en las calles, y ahí empezaron protestas en otros lugares, como por ejemplo en los hospitales, en los colegios. Hasta donde yo sé, ellos de hecho se encuentran en una situación muy particular: son empleados del sistema, del régimen, pero al mismo tiempo están a favor del pueblo. Están entre las familias y este régimen violento, imagino que para ellos está siendo muy duro manifestarse: el riesgo de terminar matados es muy alto, de hecho muchos profesores han sido asesinados por protestar. Pero creo que Zakaria puede explicar mejor todo esto.

Z. A. R.: Hablando de manifestaciones, creo que es importante hablar de la diferencia entre las manifestaciones actuales y las antiguas, de las protestas en contras de los golpes de Estado anteriores y de las de hoy. Muchas veces hemos vivido esto en Birmania, y creo que los militares imaginaban que esta vez habría sido igual que las otras, que habrían podido, a través de la violencia, reprimir y dominar a las personas que manifestaban sin mayores dificultades. Las personas antes siempre han sido muy conscientes y valientes, y yo también he sido parte de ellas, de la generación de los que protestaron en 1988 y en muchas otras ocasiones después… sin embargo, yo saludo con mucho respeto y me quito el sombrero ante los jóvenes que se manifiestan hoy. Son mucho más organizados, planifican muy bien las manifestaciones e intentan armarlas de muchas formas diferentes, hasta sin personas, en los lagos, utilizando distintos tipos de materiales… En estos días por ejemplo han llamado a boicotear nuestro famoso y tradicional Festival del Agua, en protesta contra el golpe, y a manifestarse portando nuestra famosa flor amarilla de padauk. Distintas capas de la población birmana están participando de las protestas. Hay varias generaciones participando, la X, la Y y la Z juntas, tal vez es la Z (los menores de 20 años) la que participa más, pero los padres y las familias enteras los apoyan. Tenemos mucha experiencia de golpes de Estado y de protestas, que como pueblo siempre hemos llevado adelante desarmados. Siempre hemos estado desprotegidos y los militares siempre han hecho lo que querían con nosotros, nos han matado dentro de nuestras casas, en las calles, en las escuelas. Las personas saben por ejemplo que hay militares vestidos de civiles que están en las escuelas, los hospitales e informan sobre lo que pasa para reprimir y detener o matar a los que protestan. No obstante todo eso, ya no tienen miedo. Las personas saben que es muy riesgoso protestar y que pueden perder sus vidas. Pero son determinadas y quieren la democracia. Y quieren que esta vez sea la definitiva, que sea la lucha final para conseguirla. Esta vez hay que derrocar a la Junta militar, la gente no se rendirá hasta conseguir eso. Nunca antes he visto la población birmana tan determinada y organizada como ahora, es esa la razón por la cual las protestas hoy son tan potentes. Además, los militares siempre han mantenido el poder tratando de dividir a la gente, también aprovechándose de los distintos grupos étnicos: “divide et impera”. Pero esta vez, si bien lo están intentando de diferentes maneras, no lo están logrando. No les está resultando romper la unidad y la organización de la gente. El pueblo está luchando duro, esta generación más joven, la llamada generación Z, es muy muy fuerte y está logrando unir a la gente. Esta misma generación en 2017, cuando todo el país estuvo unido en contra de la minoría rohingya, también avaló la masacre perpetrada en contra de ellos, pero hoy por ejemplo varios sindicatos de estudiantes están pidiendo perdón a los rohingyas y a las otras minorías. Y esto no es menor, ya que el sistema educativo en Myanmar está muy condicionado por los militares, quienes manipulan a los bamar, el grupo étnico más numeroso, empujándolos a unirse en contra de todas las otras minorías. Esta vez es muy diferente: todos los distintos grupos étnicos están unidos contra un enemigo común: la Junta militar liderada por el general Min Aung Hlaing. Desde febrero estoy siguiendo con mucha atención lo que está pasando en mi país, estoy todo el rato pendiente de lo que está sucediendo, no logro dormir bien pero trato de mantener alto el ánimo porque necesito apoyar a mi gente, y a nuestros futuros líderes, desde aquí, en todas las formas posibles. En este momento me estoy dedicando mucho al tema educacional, para que los jóvenes puedan descubrir sus talentos, fortalecerse como individuos y luchar por sus derechos. Y esta vez estoy seguro que ganaremos, tenemos que ganar porque estamos en el lado correcto.

 

Claus, ¿cómo podemos apoyar la campaña que están llevando adelante a favor del pueblo birmano, desde Ecuador o cualquier otro lugar?

C. K.: En realidad hay muchas maneras de hacerlo. Creo que las personas en general tienen mucha creatividad, no importa la edad que tengan. Nosotros hemos redactado esta carta, la hemos traducido en distintos idiomas e invitamos a enviarla a las Embajadas de Myanmar en todo el mundo. A partir de ella estamos realizando un comunicado de prensa que difundiremos a diferentes medios de comunicación. En Myanmar existe una forma particular de expresar solidaridad: recoger unas flores, ponerlas alrededor de los pies y luego sacar una foto y publicarla en las redes sociales en signo de apoyo al pueblo birmano. También se pueden organizar talleres o reuniones virtuales, organizar protestas fuera de municipios o parlamentos, aunque ahora esto es más difícil por la pandemia… Es muy importante destacar el concepto de desobediencia civil en contra de la violencia. Cada uno puede encontrar su propia forma de apoyar al pueblo de Myanmar y también a varios pueblos que en este momento son víctimas de un sistema violento, pienso por ejemplo en Yemen, Siria y otros más.

Entrevista original en inglés y traducción al español: Domenico Musella

Doblaje: Stephania Aldana Cabas, Domenico Musella, Mariano Quiroga