Este año 2021, llamado oficialmente «Año del Bicentenario del Perú: 200 años de Independencia», paradójicamente está marcado por la tragedia de la pandemia de COVID-19 y de ver morir a miles de peruanos. Emergencia nacional y cuarentena, distanciamiento social, mascarillas, lavado de manos constante. Este es el Perú de hoy, también territorio del contagio de un virus que apareció de pronto…
Este es el escenario del Perú clamando por oxígeno en los hospitales. Ya no los desfiles y oropeles, discursos oficiales y anuncios rimbombantes de un patriotismo de desfile en la avenida Brasil.
A esto se suma la lacra de la corrupción en las altas esferas de gobierno, que genera millonarias pérdidas. Al respecto, ya hemos citado al maestro Pablo Macera y sus estudios sobre la lumpenización del país.
Creo que tenía razón Jorge Basadre al decir que el Perú es un problema y posibilidad, no obstante la frase atribuida a Antonio Raimondi (que al parecer nunca la dijo) sigue resonando: “El Perú es un mendigo sentado sobre un banco de oro”, masiva. Acaso el triste espejismo del adormecimiento o indiferencia popular ante un Perú azotado también por una “pandemia de corrupción” en las altas esferas del Estado.
Subyacen la violencia familiar, el aumento de la delincuencia, el crimen organizado y un sinfín de males… El Perú, literalmente, se desangra. ¡Basta ya de crímenes!
La historiadora Carmen Mc Evoy, presidenta del consejo consultivo del Proyecto Especial Bicentenario, de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) opina que el Perú es una “república agrietada”, llena de contradicciones, pero hay esperanza en gente muy valiosa y en el papel de la ciudadanía.
Su apreciación completa es la siguiente: “Jorge Basadre veía una mesocracia ilustrada en el grupo de provincianos, entre ellos Sánchez Carrión, que derrotan la opción de la monarquía constitucional de José de San Martín. Ellos discutían las ideas de un republicano radical como Thomas Paine. Y en esa coyuntura están los temas que usted menciona. Son temas muy actuales, como la descentralización; donde la dignidad republicana va de la mano de una idea de sociedad con cierto bienestar. Un sector, los forjadores de la Patria científica, hablaban de que el Perú, siendo un país tan rico, debía volcar ese caudal entre sus ciudadanos. A pesar de que era una ciudadanía restringida, con esclavos y servidumbre indígena, ya estaban esas ideas flotando y fueron retomadas por los convencionalistas en 1855, cuando se concretó la abolición de la esclavitud y del tributo indígena”.
Como sociólogo, reivindico el papel de la Historia. Obligatoriamente tenemos que repensar, replantear, rehacer el Perú.
“Hay muchos historiadores jóvenes que están regresando a preguntas de historia social, historia económica, historia política, el papel de la prensa. Es algo que entusiasma, a pesar del momento difícil que vivimos. Acá ha habido un boom, no un desarrollo económico. No se ha traducido en un bienestar de la población. Una muy buena parte de la población aún no cuenta con las condiciones sanitarias ni de servicios.”, afirma Mc Evoy.
¿Quieren ver más dramático el panorama?
La TV basura y la prensa sensacionalista son males de la sociedad peruana actual. Contenidos inapropiados en los medios de comunicación, que exaltan la violencia, el erotismo o se dedican a escarbar en la vida privada de la llamada “farándula” son perjudiciales para la sociedad porque fomentan antivalores y atentan contra la dignidad de la persona.
¿Quién defiende al público, a la sociedad en general, a los niños, de los contenidos nocivos en la televisión o la radio? Se requiere más compromiso y es necesaria la intervención del Ministerio Público y la Defensoría del Pueblo.
Los medios de comunicación pueden ser una excelente herramienta para comunicar y fomentar valores éticos, humanizar y culturizar. Solamente una sociedad donde primen los valores humanos y el respeto a la persona, sin distinción, puede ser una sociedad desarrollada.
La ciudadanía dispone de una serie de mecanismos de información como el periodismo independiente, la información vía Internet y su difusión en redes sociales, prensa escrita, radio y televisión. Aquello le permite informarse sobre los actos ilícitos que ocurren a nivel del gobierno, originando un descontento social generalizado.
Es preocupante la falta de credibilidad de las autoridades, su desempeño ineficiente, el uso de su poder para enriquecerse y favorecer a personajes de su entorno.
Mientras no haya ética ni valores en el correcto actuar de las autoridades y de la ciudadanía en general, pactos como el Acuerdo Nacional no van a rendir resultados. No solamente se necesitan tratados, convenios o leyes; el Perú necesita coherencia de sus autoridades, transparencia, ética, buena voluntad y afán de servicio.