Costa Rica está en una fase conocida como tercera ola de la pandemia, que parte del aumento acelerado de contagios en pocas semanas, muy alto comparado con los momentos anteriores de la pandemia. Y el caso de mi ciudad, más o menos representa la misma proporción del alza del número de casos de contagio que se produce en el país. Recientemente (menos de tres semanas) se pasa de una alerta amarilla a naranja y se aplican las restricciones que se proponen para 44 municipios del Gran Área Metropolitana. Esto implica ampliación de horario de restricción de movilidad en vehículo entre semana y restricción de placa par e impar el fin de semana para vehículos; cierre de establecimientos comerciales no esenciales (restaurantes, bares, tiendas, bazares, etc.) y empresas que se sumaran a la restricción, con las excepciones normales.
El uso político de la pandemia en el país
En realidad, como se atribuye al Estado, al sistema de salud y al sistema de atención de emergencias y gestión de riesgos, la tarea de enfrentar y ordenar la respuesta a la pandemia; entonces el gobernante se ha ubicado como foco de atención principal por su “mala o buena gestión” al frente del proceso. El mecanismo es sencillo, los medios que son opositores en general tienden a mostrar los errores de la gestión y la oposición a amplificar este fenómeno en contra del gobernante.
En este caso la oposición ante un gobierno debilitado (de centroderecha), utilizó el proceso para generar alianzas políticas más a la derecha y propone y aprueba decenas de nuevas leyes y reformas de otras, para debilitar el Estado Social de Derecho que operaba en el país desde los años 60 y 70 del siglo pasado, originada en concepciones más socialista democráticas, muy extendidas en esa época como balance al crecimiento de los socialismos soviético, chino o cubanos (tercermundistas) de la época.
De forma que el país se percibe gobernado por un grupo de líderes empresariales neoliberales con una agenda de reducción del Estado, disminución de presupuesto, reducción de salarios en el sector público y universidades, cual coro de seres tenebrosos que actúan contra la gente. Ejemplo de ello es el alza de impuestos a sectores populares y medios del país. Aparición de la concepción del sálvese el que pueda, incluyendo que la crisis no la paguen ni los banqueros ni los empresarios, así como otros sectores agroexportadores de capital externo. Negativa a reducir o renegociar el pago de deuda externa, aunque signifique no generar bonos o subsidios para los sectores empobrecidos y desempleados como consecuencia del desarrollo de la pandemia. Es decir, han utilizado la pandemia para destruir el sistema solidario, a pesar de que signifique el sacrificio de una generación entera en términos de aumento de la brecha tecnológica y pérdida de la calidad educativa, que significará un conjunto de pérdidas de oportunidades de aplicar en el mercado laboral cada vez más exigente.
Las movilizaciones contra las medidas ejercidas por el gobierno
Las movilizaciones apenas se inicia el ajuste tributario o fiscal (antes de la crisis), fueron muy tímidas y en general aceptadas con resignación por la sociedad costarricense. Asimismo esto parece indicar un fuerte debilitamiento de las organizaciones sociales y laborales o sindicales del país, que se acentúa en las última dos décadas a partir de la profundización del modelo neoliberal probado en la aprobación de un tratado del libre comercio entre Centroamérica y USA, así como la aplicación de una profunda reforma de leyes que fortalecían el rol del Estado en la economía y varios sectores productivos, así como en términos de disminución profunda de los ingresos del Estado y en la notable reducción de la planilla y capacidades de las instituciones estatales, que conllevan a otro profundo desprestigio de las instituciones y de las organizaciones sindicales que dicen defender los intereses de los trabajadores del Estado.
Posterior al inicio de la pandemia, es notable la reducción de la capacidad crítica o siquiera de movilización ante las reformas legislativas que desprotegían a la población, aumentando los impuestos y el pago de la crisis en la espalda de los sectores más vulnerables y medios de la población. La defensa y el cuestionamiento de las medidas que llevan a la pérdida de empleos en todas las esferas económicas es muy débil por no decir inofensivas del todo. Ni siquiera los sindicatos de la salud tuvieron alguna suerte en los reclamos puntuales por ausencia de suficiente equipamiento de seguridad de los funcionarios, médicos y enfermeras, sumamente en riesgo que se pagaba con enfermedad y muerte de sus agremiados.
El gobierno y la oposición se vieron beneficiados por la pandemia
Todos los sectores han intentado beneficiarse directa o indirectamente de la pandemia, el gobierno o la oposición en partidos de derecha y medios de comunicación. El gobierno y sus líderes visibles en la atención de la pandemia se han mostrado en la vitrina de una atención y respuesta eficaz a la pandemia en los diversos momentos (desde la aparición, crisis, reducción de crisis y casos, nuevas olas, hasta llegar al actual momento de profundización de la crisis. El gobierno ha continuado con actividades y construcción de infraestructura frente a un retraso de casi 40 años sin construcción o mínimos procesos de mantenimiento de la vieja infraestructura. Esto le ha dado réditos y prestigio propio, porque continúa el trabajo eficiente pese a estar en dos frentes (la pandemia y la crisis económica), algo que no ha podido combatir la oposición. Esta oposición ya obtuvo su rédito desdibujando el quehacer del gobierno, mediante las palabras falseadas en su uso, las noticias falsas y la constante crítica hacia el gobierno debilitado por la crisis acumulada y sumada a la generada por la pandemia misma.
Varios sectores políticos ligados a las grandes empresas y empresarios de tecnología, que también han visto aumentados sus ingresos y ganancias en la pandemia, políticos que han “protegido” al sector no obligándoles a pagar ni un centavo del costo de la pandemia (en aras de no llevarle a salirse del mercado interno o externo, bajo la excusa que es un generador de empleo). Lo contrario se hubiese visto como políticamente incorrecto. Es un sector ganador en conjunto con los sectores de empresas transnacionales y exportadoras de productos agrícolas, que tampoco han tenido presión alguna para aportar, aunque fuera un medio por ciento en la atención de la crisis y reducción de los ingresos del Estado para paliar los efectos de la crisis.
¿Quiénes ganaron porque no se afectaron con las medidas para mitigar los efectos de la pandemia? Pues los banqueros, las empresas transnacionales, las grandes empresas del país y el sector comercial de productos básicos y ventas llamadas “al detalle”; por distintas razones no tuvieron que reducir sus ganancias, ni bajar sus rendimientos financieros o económicos, solo pudieron reducir sus planillas y “echar a miles de personas colaboradoras a la calle literalmente” en una acción deshumanizada, sin consideración a esas personas que les sirvieron para aumentar sus ingresos y ganancias en todo momento. No hubo misericordia de los empresarios, más que para sí mismos. Y el gobierno pregonando procesos de reactivación económica que se han mostrado ineficientes, publicitados por los bancos (sin deseo real de colaborar) y ganando son la sola publicidad de sus “hazañas financieras” para sus clientes.
¿Quién realmente perdió con la pandemia? Pues el pueblo, la gente, los pobres
El único sector que pierde políticamente en la crisis es la población nacional en general. Y quizás algunos políticos (ministros o presidentes de instituciones) debilitados directamente por el cuestionamiento de la oposición ante la más remota posibilidad de que ellos pudieran tener una aspiración futura de ocupar más altos cargos en la estructura de poder el Gobierno y Estado nacionales.
No existe ningún interés de los partidos políticos de emitir políticas como una Renta Básica Universal o mínima para que la gente pueda estar en su casa en resguardo mientras se toman medidas para atender la emergencia y las restricciones de la movilidad para mitigar los contagios o reducir el número de casos en aumento acelerado en este descuidado país. Tampoco hay alguna propuesta viable de que se exonere del pago de los servicios públicos a la población, al menos por un mes en este mismo período de máxima alerta.
Luego otro sector que pierde la batalla de la pandemia es el sector cultura y el sector universitario del Estado (5 universidades), que ven disminuidos sus prestigios y presupuestos en forma alarmante y la pérdida de sus habilidades para generar recursos para investigación, desarrollo de infraestructura y hasta de contratación de nuevos profesionales y científicos, para darle continuidad a la operación futura de las universidades y organizaciones culturales.
Diría además que la oposición más absurda y sin inteligencia, pierde presencia electoral momentáneamente pero que aumenta su potencial estilo y visión populista, porque ha intentado satisfacer a sus sectores de origen mediante el método de bajar el nivel a la conversación política en la primera línea de la toma de decisiones en el Poder, de forma que facilita a los sectores dominantes ejecutar su estrategia de desestabilización económica de diversos sectores sociales y empresariales, para imponer su modelo de administración del sistema económico neoliberal.
En suma, diríamos que quién gana con la pandemia en Costa Rica, es el capitalismo puro, simple y salvaje como siempre ha sido. Pareciera que este capitalismo que con su expresión ideológica actual neoliberal, que muestra lo peor de su ausencia de sensibilidad social y que intenta a toda costa mantener su total cuota de poder financiero y político en nuestros países pobres, con pobres líderes políticos; muestra la cara de la frialdad que se ensaña con las personas pobres o empobrecidas con la suma de todas las crisis, para nuevamente mostrar sin pudor la opulencia de su “éxito empresarial” a costa del futuro de la gente.
La única vía posible que vemos para superar la pandemia como crisis y todas las crisis capitalistas vividas y por vivir, es la construcción de una Nación Humana Universal, que, con nuevos valores humanistas, se pueda construir con el esfuerzo y la dirección mental de muchos sectores sociales, que se lanzan a la transformación social y económica en todas las latitudes.
«El progreso de unos pocos, termina en el progreso de nadie». Señala Silo, escritor argentino y fundador del Nuevo Humanismo como corriente de pensamiento en la actualidad, como casi un epitafio de esa visión destructiva que todavía perdura en el mundo, porque al darle vuelta a la frase concluimos que podríamos parafrasear y decir que “el progreso de muchos significará el progreso de todos”, como consigna real para lanzarnos en la construcción de la Nación Humana Universal, que nos prometemos muchos y muchas para enfrentar esta pandemia y las que podrían venir.