Pressenza reproduce desde Colombia, un conjunto de artículos de opinión, tipo cartas, que un conjunto de personas han querido compartir de manera voluntaria, para expresar el significado que tiene este proceso de movilización social que vive el país, pues más allá del punto de inflexión que ha significado una reforma tributaria, es el resultado de un conjunto multicausal de asuntos que atraviesan a más de una generación de hombres y mujeres que han soñado con vivir un país en mejores condiciones.

A todas aquellas personas que quieran vincularse a este espacio colaborativo, pueden enviarnos sus cartas al correo: redaccioncolombia@pressenza.com

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Texto y fotografías: Mauricio Álvarez

El Sábado 1 de Mayo de 1982, cuando apenas tenía 6 años, mi tío Sergio me llevó al centro de la ciudad de Medellín para participar en la manifestación del Día del Trabajo. No entendía exactamente lo que estaba pasando, pero recuerdo haber disfrutado de un ambiente festivo y de convivencia. 

Yo observaba con admiración a los enérgicos manifestantes, mayoritariamente vestidos de rojo, vociferando cánticos en favor de los derechos de los trabajadores. Al final de la marcha, un señor con un aire bastante preocupado, se acercó para contarnos lo que estaba sucediendo en la guerra de las Malvinas. Confieso que durante el camino de regreso a casa, me fui rogando a Dios, para que las Malvinas quedaran a, por lo menos, 5 kilómetros de la capital antioqueña.  

Pasé el resto de mi infancia en un barrio popular, cerca de la Comuna 13 de Medellín. La pobreza hacía parte de mi cotidiano, aunque en mi familia nunca faltó lo esencial. A pesar de mi corta edad, me sorprendía al ver que algunos de mis vecinos solo comían una vez al día y que el jornal solo les alcanzaba para comprar un pedazo de pan o un huevo para sus hijos. Esos primeros años de mi vida, me permitieron tomar conciencia sobre la profunda desigualdad que reina en nuestra sociedad. 

El tiempo pasó y durante un largo periodo no volví a interesarme en manifestaciones, en derechos de los trabajadores o en desigualdad. A pesar de la ola de violencia ligada al narcotráfico que sufrió el país durante las décadas del 80 y de los 90, yo debía prepararme como un buen soldado de la sociedad para ser un gran profesional, ganar dinero y asegurar mi futuro. Cada quien debía ocuparse de sus propios problemas.

Colombia: La naturaleza de la revoluciónPor esas cosas de la vida, a los 23 años se me dio la oportunidad de ir a vivir a Francia. El choque cultural fue impresionante. No hubiera podido imaginar lo agradable que era vivir en una sociedad pacífica y socialmente “equilibrada”. A pesar de que el país había adoptado el mismo modelo neoliberal, las luchas continuas de la población francesa habían logrado mantener las condiciones necesarias para una vida digna. En París, las manifestaciones hacían parte del cotidiano. Cada amenaza del gobierno en contra de los derechos de los ciudadanos era una razón para salir masivamente a las calles. 

Recuerdo que el 6 de Mayo de 2012, cuando François Hollande ganó las elecciones presidenciales en Francia, la plaza de La Bastilla fue el escenario de una gran fiesta popular que duró hasta altas horas de la noche. Era el regreso del Partido Socialista, ausente del poder desde 1995, dicha elección  representaba una gran esperanza para gran parte de la población francesa.     

Cabe anotar que la ilusión se quedó solo en eso, ya que desde el 2013, el gobierno anunció proyectos de ley impopulares que afectaban la salud y el marco laboral. Casi dos años después, la irrupción del terrorismo trajo como consecuencia el estado de urgencia y la adopción de leyes que disminuían aún más las libertades individuales. Fue durante el periodo de Hollande, que participé en mis primeras manifestaciones con violentas intervenciones de la policía antimotines (CRS-Compagnies républicaines de sécurité). 

En las últimas décadas, la sociedad francesa ha sufrido presiones considerables que han ido desmoronando progresivamente su modelo social. Año tras año se pierden derechos fundamentales logrados con tanto esfuerzo por los ciudadanos. 

Colombia: La naturaleza de la revolución

«Disculpe las molestias, estamos tratando de salvar nuestro futuro». Foto: Mauricio Álvarez

La llegada al gobierno de Emmanuel Macron en 2017, que a pesar de haber hecho campaña con un nuevo movimiento (ni de izquierda, ni de derecha), denominado “En Marche”, agravaría aún más la situación social. Su política claramente neoliberal y reformista, generaría desde finales del año 2019, una serie de protestas espontáneas, que recordaban por su forma, lo sucedido en Mayo de 1968. El movimiento de los “Chalecos Amarillos” fue generado por aquella parte de la población francesa amenazada por las reformas neoliberales de los gobiernos sucesivos. La precariedad ya no solo afectaba a los estratos más bajos de la sociedad, sino también a las clases medias. 

Colombia: La naturaleza de la revolución

«Macron, el ser humano no es desechable». Foto: Mauricio Álvarez

Colombia: La naturaleza de la revolución

Chalecos Amarillos en Francia. Foto: Mauricio Álvarez

Es claro que ya no se puede hablar de partidos de derecha o de izquierda. En cada uno de ellos sólo los discursos de fachada cambian. En el fondo todos están al servicio de las grandes instituciones y corporaciones internacionales.

En el año de 2019, regresé a vivir a Colombia. Confieso que me costó mucho trabajo entender lo absurdo de la situación política, social y económica de mi país de origen. Los derechos humanos son abofeteados cada día y lo más triste es la indiferencia general de la población colombiana.

El 28 de abril de 2021, a pesar de las restricciones asociadas a la pandemia del Covid-19, iniciaron manifestaciones masivas en varias regiones del país, como respuesta a una reforma tributaria impopular anunciada por el gobierno. A pesar de que el proyecto fue rápidamente abandonado, los ciudadanos decidieron seguir movilizados para luchar por un mejor país y justo para toda la población.

Colombia: La naturaleza de la revolución

Movilizaciones en Colombia durante el Paro Nacional 2021. Foto: Mauricio Álvarez

Debo reconocer que veo los movimientos sociales desde una perspectiva algo romántica. El nivel de energía que se genera cuando los ciudadanos se despiertan, se unen y se comprometen para construir un mejor país es bastante contagioso. Sin embargo, debido a la heterogeneidad de los actores de cada movimiento social, es utópico querer encontrar propuestas estructuradas en tan poco tiempo. Además, los manifestantes se niegan a promover líderes de paja que tiendan a repetir el mismo esquema de los que están en el poder. 

Colombia: La naturaleza de la revolución

Lo más probable es que el proceso de transformación de la sociedad tomará tiempo y será de naturaleza diferente. Algo desconocido aparecerá y, quizás en aquel momento, ya estemos preparados como individuos y como sociedad para abrirnos a ello.

A lo mejor, el proceso será engendrado en el campo espiritual y se desplegará con diálogo constructivo, ayuda mutua, sin egos, ni violencia, ni destrucción. Probablemente nuestra interacción con el resto de la naturaleza será central en la construcción de una sociedad más justa y equitativa.

 Habrá escollos que parecerán imposibles de sortear. El «poder» establecido se revolcará utilizando sus tentaculares redes, con el fin de deslegitimar toda posibilidad de cambio. Sin embargo, el campo de renovación será más fuerte y terminará por emerger naturalmente, a su debido tiempo, a nivel planetario.