“Aunque una gota de agua simboliza el nacimiento de la vida, la pureza del alma y el espíritu de paz que envuelve el planeta Tierra, el reloj del tiempo ha demostrado que detrás del vital líquido se esconde una triste historia, que saca a relucir la ancestral miseria espiritual del hombre”
Nada parece haber cambiado desde que se celebró en Zaragoza en 2008 la exposición Internacional con un único tema: Agua y desarrollo sostenible. Las buenas intenciones de algunos y el negocio de otros, han hecho una vez más, que los llamamientos y acuerdos queden en simples anécdotas y titulares de los periódicos sin que no exista un compromiso por parte de las naciones participantes y menos de España como anfitriona. La denominada Carta de Zaragoza 2008, ha quedado en el olvido como la Carta de la Tierra de 2002 en Brasil o el acuerdo de París del Cambio Climático de 2016. Sí es cierto que hubo buenas propuestas y debates interesantes pero, como siempre, los políticos que al final son los que tienen que llevar las decisiones al parlamento para su aprobación, quedaron en solo eso, palabras que hoy día están olvidadas, mientras que las multinacionales y la privatización del agua se extiende como una plaga en todos los países de la Tierra.
Solo el 3% del agua del mundo es dulce, el resto es salado. De ese 3%, el 99% de esta agua dulce se encuentra a gran profundidad bajo tierra o en forma de glaciares y casquetes de hielo. Sin embargo, si el agua fuera distribuida justamente, el 1% bastaría para satisfacer las necesidades de la población mundial. Sin embargo, al consumo de los seres humanos, hay que añadir el derroche de agua en la agricultura para alimentación y pastos para los animales, así como el empleado por las industrias de todo tipo que colapsan el acceso de agua para las poblaciones humanas. A esto, además hay que añadir las privatizaciones que deberían ser ilegales y las empresas que comercian con el agua apoderándose de acuíferos y manantiales que son propiedad de los ciudadanos, para después vender sus botellas de agua a precio de oro.
Cada vez más, la escasez del agua está siendo un grave problema mundial. Cerca de 1.200 millones de personas en el planeta no tienen acceso a este elemento tan preciado para los seres vivos. El cambio climático que se está acelerando de una forma irremediable, afecta sin duda al acceso de agua potable, por lo que muy pronto los conflictos entre países que comparten cuencas transfronterizas y que afectan a 145 países como el Nilo, Amazonas, Congo, Mekong o Danubio, entre otros, serán corrientes y con consecuencias muy graves para las poblaciones humanas. Ya se están produciendo refugiados medioambientales que se juntan con los originados por los conflictos bélicos. La situación es caótica y el mundo occidental mira hacia otra parte sin saber que sufriremos igualmente, tarde o temprano, la escasez de este bien común tan necesario para la vida. No somos conscientes de que 4 millones de personas mueren al año por consumir agua en mal estado y tres millones y medio de niños mueren al año por causa de infecciones relacionadas con el agua no potable. Pero además de necesitar agua para vivir, necesitamos alimentos para comer y estos principalmente necesitan de recursos hídricos que, cada vez, escasean más principalmente en países que hemos llamado tercermundistas sin pudor alguno.
Cada vez que abrimos el grifo y sale agua potable sin necesidad de recorrer kilómetros para llenar un cántaro de agua o sin temor a que esté contaminada o dejando el grifo abierto mientras nos duchamos… no sabemos valorar lo que tenemos y los privilegiados que somos y, sin embargo, hemos transformado el agua en un negocio consentido por la ciudadanía. El agua que se emplea en agricultura y en la industria, que supone en total el 90% de la disponible, no debe ser subvencionada por las instituciones y así se evitaría el gran derroche de agua potable en nuestros campos y plantas industriales. La globalización ha transformado en “negocio” el abastecimiento de agua hasta el punto que muchos políticos intentan privatizarla y que queden en manos de multinacionales hipotecando nuestro futuro y el de las generaciones futuras.
La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el 28 de julio de 2010, una resolución que establece que el acceso a fuentes de agua potable y segura, como también el saneamiento, son un derecho humano esencial para el goce pleno de la vida y de todos los derechos humanos. En esta resolución, la ONU llama a “los Estados y Organizaciones internacionales a proveer recursos financieros, construcción de capacidades y transferencia tecnológica, a través de asistencia y cooperación internacional, en particular a los países en desarrollo, para poder aumentar los esfuerzos para suministrar agua potable, segura y saneamiento para todos”. Sin embargo, todo queda en simples esperanzas de palabras y acuerdos que no se cumplen mientras que existan multinacionales que quieran explotar el gran negocio del agua y se lo permitan los políticos de turno. Los ciudadanos deben tener el control de los recursos hídricos para evitar los abusos existentes en la actualidad. La venta de agua en restaurantes, centros comerciales, parques temáticos, etc. debería estar prohibida por Ley en base a la resolución de las Naciones Unidas. El agua debe ser un bien gratuito y un derecho de todos los humanos y seres vivos. Es gracioso comprobar cómo, cuando una resolución de este organismo beneficia a las empresas y políticos, se pone de inmediato en práctica y cómo, en estas otras que favorecen la protección de los ciudadanos y la soberanía alimentaria, no se pongan en práctica bajo concepto alguno. Todo esto tiene que cambiar si queremos vivir en una sociedad justa, en un mundo donde los recursos de subsistencia sean compartidos por todos los seres humanos. Mientras exista el hambre y la muerte de millones de personas por falta de alimentos o de agua, no podremos considerarnos humanos porque somos cómplices de asesinato masivo a nuestros semejantes.
Las políticas existentes en la mayoría de los países del planeta incluido el nuestro, permiten que además de las sequias y la falta de agua potable, se contaminen los ríos y los acuíferos sin que existan duras penas para quien lo realiza, permitiendo que muchas industrias estén junto a ríos para extraer el agua necesaria y después expulsar la contaminada. No hay una planificación y conservación del agua que sea rígida y contundente, que castiguen ejemplarmente las malas prácticas. Muchas denuncias quedan archivadas por las propias Comunidades Autonómicas a pesar de ser cursadas por las autoridades competentes. Todo es un caos, hasta que nos demos cuenta de nuestro error y sea tarde rectificar.
Detrás del agua embotellada se esconde uno de los mayores negocios que existen y que se encuentra poco regulado. Estas industrias abusan de poblaciones locales de todo el mundo y se han gastado millones de dólares en convencer a los consumidores de que beber agua embotellada es más saludable y beneficioso que hacerlo del grifo. El mercado mundial está dominado por compañías multinacionales. En la mayoría de los casos, su labor consiste en extraer millones de litros de agua, embotellarlas, transportarlas y venderlas a precio muy por encima del que tiene la del grifo. En España por lo que vale medio litro de agua embotellada, se pueden obtener cientos de litros de agua corriente.
En mi viaje a DF México, pude comprobar cómo los anuncios de beber agua en botella están por todos lados e incluso en el metro lo anuncian continuamente. En los hoteles, te dan de forma gratuita dos botellas de agua cada día. En lugar de sanear el agua potable, las autoridades permiten que el negocio del agua embotellada se extienda por todo el país con grandes beneficios para las multinacionales que lo explotan.
Tal vez no seamos conscientes de ello, pero sufriremos sin remedio las consecuencias de nuestros abusos y la falta de interés por conservar nuestros recursos de una forma adecuada. Sin el agua no podremos subsistir.
No debemos olvidarnos en ningún momento de los miles de muertos que se producen a diario por falta de agua potable, de esos niños que por no poderse lavar las manos con agua, cogen infecciones mortales. Hay recursos para evitarlo como el que se lleve agua de mar para su aseo personal, pero el sistema globalizador está formado para que los pobres sean más pobres y no puedan disfrutar de los mismos recursos que nosotros. Lo queramos o no, somos cómplices de ello y tenemos que luchar para cambiar este sistema que no defiende el bienestar humano; solo el negocio y el dinero es su principal divisa, pasando por encima de la vida.
En 2003, el tercer foro mundial sobre el agua celebrado en Kyoto por los Pueblos Indígenas, declararon que ellos se comprometían “a honrar y respetar el agua como un ser sagrado que sostiene toda la vida. Nuestros conocimientos, leyes y formas de vida tradicionales nos enseñan a ser responsables, cuidando este obsequio sagrado que conecta toda la vida”. Cuando el agua es concebida como sagrada, no tiene precio y su valor transciende la especie humana. Cuánta sabiduría podríamos aprender de los pueblos indígenas, cuánta ignorancia ostentamos al creernos ser superiores a nuestra madre, La Tierra.
Ya estamos en el 2021, con una pandemia mundial, al borde de un colapso climático, con un agua potable que cada vez escasea más. Nada ha cambiado. ¿Podremos alguna vez enderezar nuestro camino que solo nos lleva a la oscuridad más profunda?