Por Ángeles Sánchez Díez
Han pasado 45 años ya desde que España abandonara el Sáhara Occidental pero, a mediados de 2021 y una vez más, han resurgido con fuerza los problemas de una descolonización truncada.
Entre el 17 y 18 de mayo de 2021 entraron a la ciudad autónoma de Ceuta (España) cerca de 8 000 personas procedentes de Marruecos. La pasividad de las autoridades marroquíes facilitó, directa o indirectamente, esas entradas.
En apenas semanas la presión diplomática ha ido en aumento. La embajadora de Marruecos en Madrid fue llamada a consultas por su Gobierno y España quedó excluida de la Operación Paso del Estrecho.
Marruecos ha reconocido que estas medidas han sido una respuesta a la hospitalización de Brahim Gali, líder del Frente Polisario y presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), en un centro sanitario de La Rioja.
¿Qué relación hay entre estos hechos? Veamos.
Sáhara Occidental, colonia española
Plano de la península de Río de Oro, costa occidental de África. BNE – Biblioteca Digital Hispánica
El colonialismo europeo del Norte de África data del siglo XIX. España reclamó la soberanía sobre el Sáhara Occidental en 1884, basándose en la presencia de factorías españolas en la península de Villa Cisneros (Río de Oro).
El territorio tuvo poco interés económico para la metrópoli hasta que, a mediados del siglo XX, se descubrieron los primeros yacimientos de fosfato. En 1960 se creó la empresa pública Fosbucraa, integrada en el Instituto Nacional de Industria (INI), para explotar la mina de Bucraa.
España reforzó entonces su presencia civil y militar en el Sáhara Occidental. No solo por motivos económicos, sino también por la creciente presión de la ONU para la descolonización del Sáhara Occidental y para poder controlar los nacientes movimientos anticoloniales.
En esa época España quiso reafirmar la idea de que el Sáhara era una provincia más del país a través de su legislación. Entonces se aprobaron:
- La Ley sobre organización y régimen jurídico de las provincias africanas(1959).
- La Ley sobre organización y régimen jurídico de la Provincia del Sáhara(1961).
La corriente anticolonialista también tomó forma en el Sáhara Occidental. En 1973 se fundó el Frente Polisario, que aglutinaba a una parte de los movimientos independentistas de la región. Se acercaba el fin del régimen franquista y las preocupaciones de Madrid se centraban en el futuro político del país y no en la situación en el Sáhara.
Marruecos aprovechó ese momento de debilidad y, el 6 de noviembre de 1975, solo días antes de la muerte de Franco, cientos de civiles marroquíes ingresaron en el territorio de Sáhara Occidental en la llamada Marcha Verde. No encontraron una gran oposición por parte del ejército español allí presente.
El 14 de noviembre de 1975 se firmó el Acuerdo Tripartido de Madrid, en parte secreto, por el cual España transfería la administración del Sáhara Occidental a Marruecos y Mauritania. El 26 de febrero de 1976 España repatrió a la población española residente y gran parte de la población local inició un proceso de huida hacia Argelia, estableciéndose en campamentos de refugiados próximos a la base militar de Tinduf.
En 1976 se autoproclamó la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) con un reconocimiento internacional parcial, del que no participa casi ningún país europeo. En 1979, Naciones Unidas reconoció al Frente Polisario como representante del pueblo saharaui. Hoy en día, según la ONU, el Sáhara Occidental es un territorio no autónomo.
Todo este complejo proceso desembocó en una guerra entre el Frente Polisario, Marruecos y Mauritania. Esa guerra no acabó sino que, desde 1991, está en situación de alto el fuego, gracias al acuerdo alcanzado entre los contendientes bajo la supervisión de la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (MINURSO).
¿Qué es hoy el Sáhara Occidental?
Actualmente Marruecos tiene anexionado en torno a un 75% del territorio del Sáhara Occidental bajo el epígrafe de Provincias del Sur. El otro 25% del territorio (al este del muro) es una especie de tierra de nadie donde pastorean saharauis y donde han ido proliferando rutas de comercio ilegal. Además, esta zona sufre la presión de la presencia del terrorismo yihadista en la vecina región del Sahel.
España, como la gran mayoría de los países de la Unión Europea, ha mantenido una posición alineada con las resoluciones de la ONU. Pero la realpolitik le hace jugar entre dos aguas, dado que mantiene estrechas relaciones con Marruecos. Desde el otro lado del Estrecho, el reino alauita es un socio central para temas como el control de los flujos migratorios irregulares, el terrorismo y el tráfico de drogas.
¿Qué interés tiene Marruecos en los territorios del Sáhara Occidental? Por un lado, está la idea de la construcción del Gran Marruecos, basado en reivindicaciones territoriales sobre Mauritania, Mali, Argelia, las islas Canarias, Ceuta y Melilla. Pero, además, está el interés en sus recursos naturales.
Sáhara Occidental, un desierto rico en recursos
La legislación internacional establece que los recursos naturales son propiedad de los pueblos soberanos. Por tanto, es fundamental conocer quien detenta la soberanía de una región. Las leyes internacionales también marcan los límites a las potencias administradoras y a las potencias ocupantes de territorios no soberanos en la explotación de sus recursos naturales.
Así, al estar considerado el Sáhara Occidental territorio no autónomo, solo se pueden explotar sus recursos si se toman en cuenta la voluntad y los intereses de los saharauis. Pero, ¿cómo determinarlos? En la situación actual, ¿se respetan estas condiciones?
Marruecos dispone del 70% de las reservas mundiales de fosfato, repartidas entre las minas de Khouribga, Benguerir y Youssoufia, situadas en territorio soberano, y las de Bucraa, en el Sáhara Occidental.
En la actualidad, el 8% de la producción de la empresa pública Office Chérifien des Phosphate OCP procede de Bucraa. Los fosfatos se trasladan desde la mina al puerto de exportación, en las proximidades de El Aaiún, por una cinta transportadora de 102 kilómetros de longitud, que alguna vez ha sufrido sabotajes por parte de activistas saharauis.
Algunas empresas han dejado de comprar fosfato del Sáhara y otras han dejado de prestar servicios a las empresas que trabajan en la mina. Estas decisiones se basan en las dudas legales y éticas sobre la explotación de los recursos naturales de un territorio pendiente de autodeterminación.
De hecho, en 2018, el Tribunal de Justicia de Sudáfrica sentenció que el carguero NM Cherry Blossom transportaba mercancía que había sido extraída de forma ilegal. Pero estas acciones siguen siendo la excepción. El fosfato saharaui se sigue exportando a países como la India, Nueva Zelanda, China o Japón, entre otros.
Los acuerdos de pesca Marruecos-UE (navegando en aguas revueltas)
El banco de pesca canario-sahariano es otra importante fuente de recursos. De hecho, la UE ha establecido distintos acuerdos con Marruecos para la explotación pesquera de la zona, pero no sin polémica.
En 2011 el Parlamento Europeo rechazó renovar el acuerdo, en base a dos argumentos:
- No había evidencias de que resultase beneficioso para la población del Sáhara Occidental.
- Con su aplicación, se podría estar incurriendo en una violación del derecho internacional.
Ante esta resolución, Marruecos reaccionó vetando la flota de la UE. Los pesqueros europeos no volvieron a los caladeros marroquíes hasta 2014, cuando se firmó un nuevo acuerdo (que también fue objeto de controversias).
Actualmente hay un tratado pesquero UE-Marruecos (2019) que incorpora, de facto, las aguas territoriales del Sáhara Occidental. Apoyándose en una consulta in situ realizada por el Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE), la UE asumió que este acuerdo beneficiaba a la población local.
En esta consulta el SEAE no contó con la opinión del Frente Polisario que, por principio, se opuso al acuerdo y lo denunció ante el Tribunal General de la UE. A junio de 2021 todavía no hay sentencia al respecto.
Europa se alimenta de los campos saharauis
La agricultura es otro sector económico de peso en el territorio saharaui, particularmente desde el punto de vista de las relaciones comerciales entre la UE y Marruecos.
En 2015, respondiendo a una demanda del Frente Polisario, el Tribunal de Justicia de la UE estableció que, sin el consentimiento expreso de los saharauis, los acuerdos con Marruecos no tendrían vigencia para los productos agrícolas del Sáhara Occidental. No obstante, esta sentencia fue revocada posteriormente.
Lo cierto es que parte de la producción agrícola saharaui se exporta a la Unión Europea con la etiqueta “Procedente de Marruecos” y, por tanto, bajo al amparo del tratado de libre comercio suscrito entre Marruecos y la UE.
¿Dónde está y hacia dónde va el conflicto saharaui?
El conflicto enquistado del Sáhara Occidental se reactiva cada cierto tiempo y es lo que ha pasado ahora, en la primavera de 2021. El reconocimiento por parte de Estados Unidos (bajo la presidencia de Donald Trump) de la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental ha dado fuerzas al gobierno marroquí.
Aprovechando la debilidad europea en materia migratoria, la hospitalización en España de la máxima autoridad del Frente Polisario (Brahim Gali) ha sido la excusa perfecta para mostrar ese nuevo poder.
Marruecos busca un cambio en la posición política de España (y de la UE) respecto al conflicto del Sáhara Occidental. Pero España no puede olvidar que tiene una responsabilidad legal (y moral) con la población saharaui. En realidad, según el derecho internacional, aún conserva el rol de potencia administradora del territorio saharaui.
Por otra parte, el derecho internacional humanitario le permite atender a personas en emergencia sanitaria. De hecho, la hospitalización de Brahim Gali fue una decisión soberana del Gobierno español que no puede ser cuestionada por terceros países.
En su resolución de 10 de junio de 2021 el Parlamento Europeo señala que “rechaza el uso por parte de Marruecos de los controles fronterizos, la migración y los menores no acompañados (como instrumento de) presión política contra un país europeo”.
Una vez más, la negociación parece ser la única opción posible. Pero esto es lo que se ha venido haciendo, sin llegar a ninguna parte, desde el alto al fuego de 1991. ¿Hasta dónde habrá que ir para dar una respuesta firme al proceso de descolonización truncada del Sáhara Occidental, y en el que los intereses geopolíticos y económicos son cada día más complejos?
Este artículo es un extracto de la Carta número 24 del GETEM: Sáhara Occidental: la descolonización truncada que resurge de sus cenizas, de junio de 2021.
Dpto. Estructura Económica y Economía del Desarrollo. Coordinadora del Grupo de Estudio de las Transformaciones de la Economía Mundial (GETEM), Universidad Autónoma de Madrid