Desde el surgimiento de la prensa de masas en el mundo occidental a finales del siglo XIX, el periodismo se ha convertido en un campo competitivo y exigente, tradicionalmente dominado por hombres blancos. Teniendo en cuenta este punto, el objetivo de este artículo es visibilizar las vidas de aquellas mujeres periodistas afroamericanas que en los últimos 150 años han realizado contribuciones significativas no solo en el campo del periodismo, sino también en la evolución de la historia de los afroestadunidenses. Además, se abordarán las características diferenciales del trabajo periodístico de éstas respecto al resto perteneciente al gremio.
A continuación, la biografía de siete periodistas afroestadounidenses que conformaron la prensa negra:
Mary Ann Shadd Cary (1823-1893): fundó el periódico canadiense semanal The Provincial Freeman, el cual se publicó desde 1853 hasta 1857. Sus informaciones giraban en torno a la discriminación y los linchamientos, así como otros problemas de injusticia social y racial. También, presentó un retrato más completo de la América negra informando sobre los logros en las artes, la cultura y el entretenimiento. Esto hizo de Shadd Cary la primera editora negra de toda América del Norte y la primera de cualquier origen en Canadá. También se graduó en leyes.
Ida B. Wells-Barnett (1862-1931): líder en el movimiento temprano por los derechos civiles, Wells-Barnett fue periodista, feminista, editora y socióloga. Desde el diario The Memphis Free Speech, esta valiente periodista encabezó campañas nacionales contra los linchamientos y asesinatos públicos de afroamericanos por turbas. Aunque su reputación solo incrementó después de su muerte. Se han establecido premios periodísticos, becas e incluso un museo en su honor, reconociendo el legado que dejó para las futuras generaciones.
Josephine St. Pierre Ruffin (1842-1924): sufragista y cabeza de la lucha contra la esclavitud en Nueva Inglaterra, reclutó a soldados afroamericanos para combatir por el bando del norte en la Guerra Civil. Fundó y editó la revista mensual The Woman’s Era desde 1894 hasta 1897, siendo ésta la primera en su género en tratar los derechos de la mujer negra. Las informaciones eran escritas y distribuidas por mujeres afroamericanas en los Estados Unidos. Es decir, hecha por y para mujeres negras.
Marvel Jackson Cooke (1903-2000): conocida por dejar su huella en el periodismo y por sus valiosos aportes a los movimientos laborales y de derechos civiles. En 1950 fue contrata por The Daily Compass, siendo la primera reportera afroamericana de un periódico de propiedad blanca (también era la única mujer en el personal de ese momento). Cooke inició en dicho diario la sección de la ciudad de Nueva York del sindicato que protegía los derechos de los periodistas.
Charlotta A. Bass (1874-1969): como propietaria y editora del periódico The California Eagle a partir de 1910, dio cobertura a los problemas que afectaban a los afroamericanos. Desde la redacción, Bass impulsó durante cuatro décadas las reformas necesarias para erradicar la brutalidad policial, la vivienda restrictiva y al Ku Klux Klan. Además, defendió con vehemencia las libertades civiles, los derechos de las mujeres y los negocios locales de propiedad negra. También, se postuló como candidata a vicepresidenta por el Partido Progresista. Por sus acciones, fue amenazada en varias ocasiones y el FBI la llegó a poner bajo vigilancia por sospecha de que fuera comunista.
Alice Allison Dunnigan (1906-1983): proveniente de una zona rural de Kentucky donde la población negra se dedicaba a la elaboración de arcilla roja, se pasó la infancia soñando con viajar por todo el mundo como reportera. Su oportunidad llegó cuando fue contratada como corresponsal en Washington por uno de los grandes diarios negros estadounidenses, el The Chicago Defender. Rompió barreras y estereotipos al ser la primera mujer negra en obtener credenciales de prensa para la Casa Blanca, en viajar con un presidente (Truman) en una campaña y en obtener acceso de prensa a las galerías de la Cámara y el Senado, el Departamento de Estado y la Corte Suprema.
Ethel L. Payne (1911-1991): su familia era humilde y no pudo costear sus estudios. Sin embargo, empezó su andadura como periodista siendo corresponsal en el The Chicago Defender y en una ocasión hizo enfadar a la primera dama Eisenhower por sus preguntas sobre los derechos civiles. Llegó a ser conocida como “la Primera Dama de la prensa negra” por su carrera estelar como periodista de derechos civiles. En 1972 fue contratada por la CBS, convirtiéndola en la primera comentarista política afroamericana en una cadena de televisión nacional.
Han habido otras muchas periodistas afroamericanas conocidas por sus grandes contribuciones a la profesión y a su entorno, como Mary W. Stewart, Gertrude Bustill Mossell, Delilah L. Beasley, Lillian Thomas Fox, Alice Dunbar-Nelson, Daisy Bates, Evelyn Cunningham, Charlayne Hunter-Gault o Nancy Hicks Maynard. Todas ellas representantes de la valentía femenina negra en un medio hostil.
Por otra parte, ¿en qué se han diferenciado las periodistas negras de sus homólogos blancos? Pues, en primer lugar, la razón predominante por la que estas mujeres afrodescendientes se sintieron atraídas por el periodismo fue el potencial de la profesión para ayudar a lograr una reforma racial. Desde sus inicios, con la creación del primer periódico afroamericano en 1827, la prensa negra ha servido para sostener el espíritu de sus lectores, soportando la pesada carga de la opresión racial. Tanto las mujeres como los hombres que se desempeñaban en la redacción, relataron casos de abuso físico y psicológico por parte de los blancos. También, destaparon políticas que encubrían la discriminación hacia los negros en la vivienda y el empleo.
Por ejemplo, Wells-Barnett y St. Pierre Ruffin instaron a una oposición continua contra la injusticia racial, incluso si ello significaba violar la ley. Charlotta Bass tradujo su militancia en acción obligando a los gigantes corporativos Boulder Dam y South California Telephone Company a contratar trabajadores negros. Antes de morir, la periodista Ethel Payne afirmó lo siguiente: “Por supuesto que soy una defensora de la reforma racial antes que ser periodista. Nací con la piel negra mucho antes de sentarme a la máquina de escribir”. De modo que el sentido de la labor periodística de las mujeres afroestadounidenses ha sido, en parte, la lucha por la igualdad racial y el fin del racismo en todas sus formas.
Así, se podría señalar que otras de las diferencias respecto a las periodistas blancas, es que las negras han tenido dificultades añadidas por su color de piel. A Maria W. Stewart le arrojaron tomates podridos y la echaron de Boston, el exilio en el norte del país fue la única escapatoria para Wells-Barnett de la persecución y el escarnio, Mary Ann Shadd Cary y Charlotta Bass fueron amenazadas de muerte, Alice Dunnigan fue humillada públicamente en numerosas ocasiones, y Ethel Payne y Charlayne Hunter-Gault se convirtieron en blanco de burlas, maldiciones, botellas y ladrillos. No obstante, cada una de ellas se mantuvo firme en su propósito porque, a parte de ser periodistas, eran activistas en todo el sentido de la palabra.