Por Óscar Madrigal
Según el último Informe del Estado de la Educación: En materno y guardaría en 2019 los alumnos en pobreza eran el 36.2% y en 2020 aumentaron a 41%. En preescolar en 2019 eran 36.6% y en 2020 41,9%. En primaria en 2019 fueron 37.3% y en 2020 43,6%. En secundaria en 2019 eran 30,9% y en 2020 40%.
¿Qué país tenemos? Si antes de la pandemia mucho más de un tercio de los estudiantes o alumnos de todos los niveles vivían en pobreza y con la pandemia resulta que más del 40% de todos los niños, niñas y adolescentes del país viven en pobreza, resulta que tenemos un país que condena al segmento más importante de la población a vivir en la pobreza.
¿Qué país estamos construyendo? Con estas cifras no resulta difícil concluir que para ese enorme grupo social sus posibilidades de un futuro mejor están muy reducidas. Estamos perpetuando el círculo de la pobreza.
Y lo dramático es que no son cifras; son niñas, niños, adolescentes, con rostro humano, personas, que viven pobremente, muchos en la miseria. Un grupo, no mayoritario, viven de los “diarios” que reciben en los centros educativos, entre los alimentos 600 gramos de carne, que deben alcanzar para todo el mes y, en muchos casos, para toda la familia.
El año pasado 27.254 estudiantes pidieron paquetes de alimentos, pero el MEP se los negó por falta de recursos.
Mientras tanto, hoy mismo la prensa informa que Costa Rica alcanzó un superávit primario de más de ¢100 mil millones para gran conformidad con el FMI.
Es la Costa Rica del Bicentenario para desgracia de muchos.