Desaparición de Viviana Luna: casi cinco años de encubrimiento y silencio. Dos días de esclarecimiento.
Matías vio a su mamá por última vez el 7 de diciembre de 2016. Era mediodía y Viviana ya había tenido una entrevista de trabajo, entre las 10: 30 y las 11 hs de la mañana. Luego de esa reunión mantuvo una discusión con su ex pareja. “Me llamó la hija de la ex pareja de mi mamá. Quería que la viera porque temía por su vida”. A partir de ese llamado Matías decidió ir a ver a su mamá. Le pidió que se fuera con él. Pero Viviana no quiso y volvió a entrar al complejo de cabañas (Villa Campestre) donde había tenido la entrevista más temprano. “Esa fue la última vez que la vi. Luego yo me fui del lugar”, me sintetiza Matías mientras tenemos una comunicación vía Google Meet. Una media hora más tarde, antes de la una de la tarde, Viviana salió del complejo de cabañas y se la vio ingresar en una despensa del barrio. “Compró algo para beber. Se la veía nerviosa, según el relato de los dueños del local. Como si alguien la estuviera siguiendo”.
Viviana se había separado hace cinco meses del papá de Matías. Estaba buscando trabajo por la zona de Las Vegas, Potrerillo (Mendoza). La entrevista era la primera que realizaba luego de quedar sin trabajo. La persona que la entrevistó ya la conocía. ¡Difícilmente alguien no se conozca en Las Vegas (un poblado que en ese momento tendría 150 habitantes)! El nombre del entrevistador era Antonio Cutri, un hombre que falleció el año pasado (2020).
Lo que siguió a ese 7 de diciembre se encuadra, según la experiencia de otros casos, en una desaparición forzada. La falta de pruebas en la causa, la dilatación para la distintas dirigencias jurídicas por parte de la fiscalía, la ausencia de hipótesis investigativas, la especulación constante para sugerir que Viviana se fue por cuenta propia o que decidió suicidarse, dadas una serie de cartas de dudosa procedencia, son algunos de los elementos que a la familia de Viviana le hacen sospechar que en el caso existe un encubrimiento institucional, para no investigar, para no avanzar en el caso.
“En la causa no hay nada. Nunca la quisieron buscar. Sólo querían cerrar la causa argumentando que ella se había suicidado porque aparecieron una serie de cartas de despedida. Pero ella no era así. No tenía intenciones de matarse, y no se iba a ningún lado sin avisarte. Ella tiene a sus hijos, a sus nietos. Nosotros sabemos que a Viviana le pasó algo”.
Un policía (ex sub comisario Raúl López) que se acerca a la familia y desaparece sospechosamente, medios locales (el diario El Sol publicó las tres cartas, que según este medio se las cedió la fiscal de la causa) replicando la versión del suicidio sin escuchar a la familia, casi cinco años sin una pista firme en una localidad de menos de 2 mil habitantes (en ese momento), una fiscal (Claudia Ríos) que se niega a seguir —incluso con los últimos hallazgos de la causa— la hipótesis de la Trata de Personas con fines de Explotación Sexual.
¡Viviana Luna no se fue! ¡Tampoco se suicidó! ¡La desaparecieron!
Los pasados 1 y 2 de octubre, el perito y adiestrador de perros Marcos Herrero realizó dos allanamientos en un hotel abandonado y un complejo de cabañas. En ambos lugares los hallazgos fueron positivos e inquietantes. En el primero, dentro del hotel, fueron hallados restos óseos y una billetera conteniendo papel semi quemado con nombres relevantes para la causa. El más importante es el del juez Walter Bento, un juez mendocino que en julio de este año (2021) fue procesado por ser el líder de una asociación ilícita que cobraba millonarias sumas de dinero a cambio de favores judiciales (como publicó fiscalía de la Nación). En el segundo caso, dentro de una de las cabañas del complejo se halló un preservativo con una lista con nombres relacionada con la anterior. El dato relevante en este último hallazgo fue que en estas cabañas vive el padre de Matías, por lo cual él quedó en el centro de la investigación como uno de los principales sospechosos de la desaparición de Viviana Luna.
En este contexto, los interrogantes que se plantean son muchos, ¿por qué la fiscalía no realizó un allanamiento dentro del hotel? ¿Por qué solamente la fiscal Claudia Ríos enfocó la búsqueda por fuera del mismo? ¿Hace cuánto tiempo que estas partes del cuerpo están el hotel? ¿Cómo llegaron ahí? ¿Por qué sólo fue hallado un cráneo? ¿Dónde está el resto del cuerpo? ¿Cuál es la relación del juez Walter Bento con esta causa? ¿Esos 130 millones de pesos que aparecen en las hojas quemadas, eran para hacer desaparecer a Viviana o hacen referencia a otra causa? ¿Por qué la fiscal Claudia Ríos (encargada de la investigación estatal), en casi cinco años no pudo encontrar nada, mientras que a Marcos Herrero le llevó tan sólo un día encontrar pruebas determinantes en la causa? ¿Durante estos cinco años la fiscal se encargó de desviar la investigación? ¿Estamos ante un caso de mal desempeño de sus funciones por parte de la fiscal? ¿Hizo realmente todo lo que estaba a su alcance para encontrar a Viviana? ¿Cómo se puede llegar a la verdad con una fiscal que se niega a seguir la hipótesis de que a Viviana Luna la desapareció un red de trata de personas con fines de explotación sexual? ¿Por qué ni siquiera la fiscal, incluso con estos nuevos elementos probatorios, se permite seguir esta hipótesis? ¿Por qué la fiscal no realizó declaraciones en función de esta hipótesis? ¿La fiscal Claudia Ríos llamará a declarar al juez Walter Bento? ¿Cuál fue el rol del ex esposo de Viviana en su desaparición? ¿Qué tipo de vínculo mantenía con Viviana mientras eran pareja?
Los medios locales de Mendoza y la fiscalía siguen, a pesar de estas evidencias, encubriendo la desaparición de Viviana, argumentando que Marcos Herrero plantó las pruebas, de la misma forma que el Ministerio de Seguridad de la Nación, argumenta que Herrero plantó las pruebas en el caso de Facundo Castro Astudillo. Mientras, los medios nacionales se mantienen en silencio en un caso por demás escandaloso y que compromete a varias personalidades reconocidas de Mendoza, entre ellas un juez, un ex gobernador y un reconocido productor televisivo.
Con el tiempo y la experiencia, rápidamente las familias pueden reconocer la metodología de encubrimiento que se despliega, cuando se está ante un caso de desaparición forzada en donde pueden estar implicadas fuerzas de seguridad y/o autoridades políticas. La fiscalía es la primera en desviar la investigación y/o enlentecer el proceso investigativo. La verdad, aunque lenta, siempre camina del lado de los familiares, que siguen llevando su proceso de luto en la piel, pero también la necesidad de, cueste lo cueste, no descansar ante las afrentas y las imperiencias de los verdugos, aún libres, aunque un poco menos impunes.