Por Joyce Chimbi
Cuando era adolescente, Joan Waweru caminaba en busca de agua al río junto a otros miembros de su aldea, como era habitual, cuando descubrieron el cadáver de un vecino, que se cree que se suicidó ahogándose en el río Kamiti.
Tenía 13 años y recuerda que, incluso después del traumático incidente, los habitantes de su aldea y muchas otras situadas en las riberas del río Kamiti, que corre a lo largo de las plantaciones de café en el condado de Kiambu, en la región central de Kenia, siguieron confiando en el río como su principal fuente de agua para todos los fines domésticos y también agropecuarios.
Diez años después, Waweru cuenta a IPS que el río sigue siendo la principal fuente de agua para su familia y muchos otros hogares de la aldea de Kiaibabu.
«Mi madre sigue caminando unos tres kilómetros al río de ida y vuelta, una vez en la mañana y otra por la tarde. Así que, en total, camina seis kilómetros todos los días para ir a buscar 60 litros de agua. Lleva un recipiente de 20 litros a la espalda y dos de 5 litros en cada mano», explicó.
Detalló que «el río Maing’oroti está a solo un kilómetro de nuestra casa, pero con los años, el río se ha convertido en un pequeño arroyo, y se necesita mucho tiempo para llenar un recipiente de 20 litros».
Estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) indican que, al igual que la madre de Waweru, en promedio las mujeres de las zonas rurales de África camina seis kilómetros cada día para ir a buscar 40 litros de agua.
Kenia está clasificado como un país con escasez de agua, ya que solo aproximadamente 56% del total de su población, de unos 48 millones de habitantes, tiene acceso al agua potable.
Pero el problema no es único en este país del este de África, todo lo contrario. Las investigaciones de la ONU predicen que la escasez de agua en el continente podría alcanzar “niveles peligrosamente altos” en 2025.
Una de cada tres personas en África se enfrenta a la escasez de agua, y el acceso al agua potable limpia, asequible y segura está lejos de ser universal en el continente.
De media, los habitantes del África subsahariana se desplazan 30 minutos diarios para acceder al agua. Según las estimaciones de la ONU, la región del África subsahariana pierde 40 000 millones de horas al año en recoger agua.
A falta de agua limpia y de fácil acceso, las investigaciones demuestran que las familias y las comunidades, especialmente en el África rural y en los asentamientos urbanos informales, seguirán atrapadas en la pobreza por generaciones.
En agosto de 2021, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) reveló que «casi nueve de cada 10 niños del norte de África viven en zonas con un estrés hídrico alto o extremadamente alto, con graves consecuencias para su salud, nutrición, desarrollo cognitivo y futuros medios de vida».
En este contexto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que hay una ganancia o rédito económico de entre tres y 34 dólares por cada dólar invertido en el saneamiento del agua.
El coste de capital necesario para garantizar el agua potable, el saneamiento y la higiene para toda la población del África subsahariana, según las estimaciones del no gubernamental Instituto de Recursos Mundiales (WRI, en inglés), es de 35 000 millones de dólares anuales.
Expertos en recursos naturales como Simon Peter Njuguna, del keniano Ministerio de Agua, Saneamiento e Irrigación, afirman que para garantizar el agua potable para todos es necesario explorar, proteger y utilizar de forma sostenible las aguas subterráneas.
Las aguas subterráneas, argumenta, son fundamentales para la supervivencia humana y para la adaptación al cambio climático porque contienen grandes cantidades de agua y alimentan manantiales, ríos, lagos, humedales y océanos.
Por ser hábitat de 677 lagos, Njuguna explicó a IPS que África tiene el mayor volumen de agua dulce no congelada del mundo y que dos tercios del África subsahariana dependen del agua superficial de lagos, ríos, humedales e incluso océanos.
Cientos de millones sin acceso al agua
A pesar de los grandes volúmenes de agua superficial, las investigaciones del WRI muestran que 400 millones de personas en África subsahariana carecen de acceso a agua potable básica y que los países africanos se enfrentan a algunos de los mayores riesgos hídricos del mundo.
La escasez de agua en África, detalló Njuguna, se debe en gran medida a la falta de inversión en infraestructuras hídricas, como las tuberías, para acercar el agua a la población.
Un ejemplo son Kampala, la capital de Uganda, y Lagos, la ciudad mayor y más poblada de Nigeria, donde el WRI estima que solo 15 % de sus habitantes tienen acceso al agua corriente.
«La escasez de agua es también una consecuencia de los cambios en los patrones climáticos, como la imprevisibilidad de las lluvias, la escasez de precipitaciones y el aumento de las temperaturas», afirma el Instituto con su sede central en Washington.
Evans Kori, experto en seguridad alimentaria residenciado en Nairobi, dice a IPS que el agua podría ser un gran impulsor del producto interno bruto (PIB) de África y es fundamental para la seguridad alimentaria de su población.
Las estimaciones del WRI muestran que para 90 % de la población rural de África subsahariana, la agricultura es la principal fuente de ingresos. El estrés hídrico debido a los cambios en los patrones climáticos es una amenaza para la región, ya que más de 95 % de la agricultura en esa región depende de las lluvias.
Kori subraya que el agua es un factor importante y crítico de la producción agrícola y subraya que la creciente inseguridad del agua es un problema tanto de salud y nutrición como de desarrollo.
«Se necesitan urgentemente inversiones serias en infraestructuras relacionadas con el agua para garantizar que toda la población, y más aún los hogares más vulnerables, tengan acceso al agua potable”, afirmó.
En el caso de Kenia, citó como ejemplo, “a pesar de que los ríos se convierten cada vez más en escenarios de crímenes donde se arroja a las personas asesinadas, para muchos hogares rurales el río es la única opción».
Hizo referencia al río Yala, que nace en la región del Valle del Rift y desemboca a unos 220 kilómetros en el lago Victoria, en el condado de Kisumu.
En enero de 2022, más de 20 cadáveres en diversos estados de descomposición fueron recuperados de ese río después de que los lugareños alertaran de la presencia de cuerpos flotando en la superficie.
«Yala no es un incidente aislado. En junio de 2021, por ejemplo, se encontraron más de 15 cadáveres en los ríos del condado de Murang’a, y para muchos lugareños estos ríos son una fuente primaria de agua”, abundó.
Para Kori, “es necesario intervenir urgentemente porque se trata de un desastre sanitario», además de la actividad criminal que implica.
El agua superficial no se considera apta para el consumo humano si no se filtra y desinfecta primero, pero es un hecho que la seguridad no es una prioridad para millones de hogares pobres y vulnerables en todo el continente africano.