Kamila Valieva es representativa del afán de superación y la elegancia frente a la irracionalidad occidental.
Fotos de la joven patinadora:  Kamila Valieva Beijing 2022 – Facebook

 

Un cisma sin precedentes

A raíz de la guerra de Ucrania, aparentemente, estamos asistiendo a un nuevo cisma entre Oriente y Occidente en pleno siglo XXI, con repercusiones a nivel económico, geográfico, político, cultural, deportivo, científico, comunicacional, ético… Nada ha quedado indemne.

A diferencia del famoso cisma de Focio, que separó a la iglesia ortodoxa y a la romana en el eje euroasiático, la separación actual va mucho más allá de lo religioso y alcanza a la totalidad del planeta. Cabe señalar que en el siglo IX en Europa y Asia la religión estaba en el trasfondo de la gobernanza, de la economía y de la política, por lo que las repercusiones de la división eclesiástica abarcaron a su vez a otros campos sociales.

Desde este razonamiento, podríamos imaginar que siempre ambos mundos estuvieron en pugna, no obstante, la antropología cultural da cuenta de la intercomunicación de culturas a lo largo y ancho del planeta desde los orígenes civilizatorios. Según afirma Mircea Eliade la profunda interrelación entre el mundo asiático y occidental está refrendada por la artesanía y el comercio a través de las Rutas de la seda y también por las lenguas indoeuropeas, poniendo como ejemplo los textos Vedas y los Upanishads de la India escritos en el antiguo sánscrito pre-védico (lengua emparentada con el latín, el griego, las lenguas eslavas y las germanas) (Eliade, 1976).

Tampoco las religiones monoteístas fueron siempre motivo de choque. En la región de Al-Ándalus, el cristianismo, el judaísmo y el islamismo convivieron en armonía entre los siglos VIII y XV. Un periodo en el que el conocimiento era la base del entendimiento, idea representada en la frase de Mahoma «La tinta del sabio es más sagrada que la sangre del mártir» (El Corán, 610).

Por ello, porque conocemos que las culturas son capaces de entenderse y compartir, hoy somos testigos perplejos de una tragedia. Estamos asistiendo a acontecimientos que van en contra de la evolución creciente de nuestra especie. La pregunta que surge de nuestros corazones, también rotos, es si ya no es posible…

El Nuevo Humanismo Universalista ha trabajado durante muchos años abogando por el encuentro y la reconciliación entre las culturas. Este trabajo parte de una idea: la observación de la actitud humanista como algo que tienen en común las culturas y que es expresión de la conciencia social.

La actitud humanista es una forma histórica de la conciencia social que se va desarrollando en distintas culturas y que se manifiesta con claridad en un determinado momento humanista. [1]

Esta actitud es rastreable, por ejemplo, en el desarrollo del Humanismo Histórico.

Cien años después de Petrarca (1304-1374), existió un conocimiento diez veces mayor de los clásicos que a lo largo de todo el período anterior de mil años. Petrarca buscó en los antiguos códices tratando de corregir una memoria deformada y con ello inició una tendencia de reconstrucción del pasado y un nuevo punto de vista del fluir de la historia atascado, a la sazón, por el inmovilismo de la época. [2]

En los anuarios publicados por el Centro Mundial de Estudios Humanistas [3] se recogen aportes referentes a la búsqueda de un nexo común en las culturas. Grigori Pomerants aborda la cuestión sobre el diálogo entre los mundos culturales.

Grandes religiones mundiales que superaron los marcos de las tribus, condujeron a la integración espiritual de enormes regiones. Cada una de ellas ha creado su propio mundo: mundo cristiano, mundo islámico, etc. Pero hoy en día ellas desempeñan un papel doble: aproximan más o menos pueblos de una sola región, de un solo mundo tradicional, pero en el marco global, el cristianismo, el hinduismo, el islamismo, el budismo se convierten en algo parecido a nuevas tribus. El mundo salió de los marcos de antiguas regiones. El mundo se ha convertido en un mundo único. Entretanto, las culturas religiosas siguen siendo diferentes y chocan unas con otras en el mismo espacio informativo.

Hace mil años, ir desde Europa a China era más difícil que ahora ir a la Luna. Pero ahora todos nosotros vivimos en la Tierra, y celebramos dos, hasta tres Años Nuevos: celebramos el año nuevo occidental que es habitual, tenemos el año nuevo ortodoxo y el año nuevo oriental. Tenemos el calendario oriental, y todos sabemos que este es el año del perro. Seguimos recomendaciones de la medicina occidental, pero a la vez utilizamos los logros de la medicina china, de la medicina tibetana, toda persona ilustrada ha escuchado algo de Hata yoga, etc.

En este mundo, las religiones mundiales, mundiales por su nombre, por su tarea, están ante la necesidad del diálogo, ante la búsqueda de terreno común para el diálogo, para la aproximación. No existe esta aproximación hasta ahora y las diferencias religiosas son usadas muchas veces como banderas de guerra. En casi todos los conflictos sangrientos contemporáneos ellas se utilizan como banderas de guerra. ¿Cómo salir de esta situación? [4]

Poniendo en el foco la crisis de Ucrania, los polos enfrentados no son precisamente el pueblo ucraniano y el pueblo ruso, ya que estos son en el fondo el mismo pueblo.

[…] lo que ahora es Ucrania en realidad nunca estuvo fuera de la hegemonía y la cultura «rusas» desde los años 1000, y fue formalmente parte del Imperio Ruso desde el siglo XVIII.

Esto no quiere decir que Rusia prima facie «tenga derecho» al territorio en ningún sentido legal o moral, mi punto aquí es simplemente que, en muchos sentidos, están íntimamente conectados y, hasta hace muy poco, formaban parte de la misma entidad política. [5]

A partir de la disolución de la URSS Ucrania se independizó. Durante más de dos décadas la convivencia entre Rusia y Ucrania no tuvo ningún problema, ambas naciones interactuaron con independencia la una de la otra. Intercambiaron energía, materiales y conocimiento en cooperación mutua. Es evidente entonces que la disidencia actual ha sido fabricada –desde afuera de esa cultura.

Basta con un simple repaso a los acontecimientos históricos en los albores del nuevo siglo para que se ponga de manifiesto lo evidente.

El 8 de diciembre de 1987 fue firmado el histórico acuerdo entre Mijail Gorbachov y Ronald Reagan, que suponía el inicio de una nueva época hacia la desmilitarización y el fin de la guerra fría entre EEUU y la URSS.

El cambio en la Unión Soviética sería aún más profundo, vino acompañado de una auténtica revolución interna. La Perestroika de Gorbachov trataba de reorganizar el sistema socialista para poder conservarlo. Muchos idealistas imaginaron un futuro esperanzador que dejara atrás las sombras del pasado, pero las alegrías duraron poco tiempo.

En 1989 cayó el Muro de Berlín y en 1991 se produjo la independencia de 14 Repúblicas Soviéticas [6]. Finalmente, en octubre de 1993, Boris Yeltsin decretó la disolución del Congreso de los Diputados del Pueblo de Rusia y el Sóviet Supremo de Rusia, consumando así un golpe de estado oportunista. Durante muchos años la nueva Federación Rusa fue recomponiéndose en silencio, sin estridencias, haciendo gala de su sutileza diplomática en política exterior.

Pero por la otra parte, EEUU, no se practicó el mismo talante. En 1999 las bombas de la OTAN cayeron sobre Yugoslavia, lo cual dio origen al término «balcanización» para referirse a la desmembración de un país en comunidades o territorios enfrentados. El cabeza de turco para generar la división y el odio entre los pueblos fue Milosevic, décadas después se supo que muchas muertes fueron ataques de falsa bandera [7]. Se trataba ahora de fragmentar a todos los países socialistas. Después de Yugoslavia, la instigación prosiguió (a través de la CIA y sus ramificaciones) para producir las llamadas revoluciones de colores en los países del este europeo. Todo ello, tal como ilustran los mapas, se tradujo en la proliferación de bases militares de la OTAN, que hoy cercan a Rusia.

Ucrania sufrió en 2014 su «revolución de color» tardía. EEUU había producido con éxito la desestabilización total de Oriente Medio y el norte de África. Los cabezas de turco fueron: Sadam Huseín, Ben Ali, Gadafi, Bashar al-Assad [8]. No solo lograron parar a la creciente banca islámica que amenazaba al patrón dólar, además hicieron acopio de las reservas de oro de esos países y de las materias primas. [9]

El «imperio de las mentiras» (Putin, 2022) marchaba a toda máquina. Constataron que su manual de guerra híbrida funcionaba perfectamente. Ciudades en las que antes se vivía apaciblemente quedaron en manos de facciones fundamentalistas, creadas, entrenadas y financiadas  para hacer la guerra y causar caos sin fin.

(Nuestros medios de comunicación –si lo fueran– deberían hacer un repaso de estos hechos que Nazanín Armanian, entre muchos otros han expuesto en detalle en sus publicaciones [10]).

Pletóricos, los poderosos del bloque atlántico norte llevaron su «revolución» a Ucrania. Se trataba de derrocar al presidente electo Víktor Yanukovych para reemplazarlo por otro que fuera rusófobo y así tener el campo abonado a los efectos de seguir con el crecimiento de bases de la OTAN. En esta oportunidad fueron creados, entrenados y financiados los neonazis, que cumplían con una función idéntica a las facciones Yihadistas en el mundo árabe. A fin de cuentas la fórmula era la misma: incultura + futuro cerrado + codicia = violencia irracional.

Después del golpe de estado en Ucrania se produjo una leve tregua durante 8 años bajo el débil acuerdo de Minsk que logró con bastante esfuerzo Rusia, con el respaldo de Alemania, a los efectos de pacificar la región. En aquel momento una guerra en Europa no resultaba nada estimulante a los europeos. No obstante, el asedio prosiguió en la región histórica de Dombás –prorusa– produciendo los neonazis instalados en el gobierno de Kiev unos 14.000 asesinatos en ese periodo.

Mientras tanto el pueblo ucraniano no quería ver, como ocurre tan a menudo en la historia. Si giraban su cabeza al este aparecían los recuerdos de tiempos pasados de austeridad y el frío del invierno, mientras que al girar su cabeza hacia Occidente aparecía el ensueño de la prosperidad y el clima cálido. Las estrellas de la bandera azul brillaban demasiado como para querer ver la descomposición interna de Ucrania. Europa ha representado durante largos años un ambicionado y poderoso ensueño de prosperidad para muchos vecinos.

Ucrania –conocida en Rusia como país 404– cayó en una profunda crisis, gracias a sus incompetentes gobernantes. Arruinaron todo, a pesar de haber declinado toda responsabilidad de contribución con la deuda económica de la antigua URSS de la que formaba parte. Lo único que concibieron para salir de la crisis fue esgrimir la mendicidad, cual jugador de casino cuando ya ha perdido todo y solo acumula impagos. En estas condiciones EEUU recibió al títere en el poder con los brazos abiertos y participó activamente en la corrupción [11]. Cuando el presidente actual, Zelensky proclamó a los cuatro vientos su deseo de instalar una base de la OTAN y convertirse en potencia nuclear en Rusia saltaron todas las alarmas… Kiev está a tan solo 756 km de Moscú.

Ahora el ensueño europeísta se presenta como una pesadilla amarga para Rusia, un ensueño en el que invirtió demasiado y debe soltarlo. Es doloroso, pero lo que seguro es que Rusia tiene capacidad y recursos para reinventarse.

La mayor de todas las pérdidas es emocional. Sin poder recomponer todavía nuestro corazón, la razón nos dice que la ruptura entre Oriente y Occidente no puede ser real, decretada en el lapso de unas semanas. Necesitamos un análisis no tan sujeto a los hechos inmediatos esbozando una perspectiva historiológica.

 

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1- Silo. Obras Completas vol.2. Diccionario del Nuevo Humanismo, pág. 358

2- Ibid., pag: 476

3- Centro Mundial de Estudios Humanistas

4- El humanismo en las diferentes culturas. Anuario 1994. | CMHE

5- UCRANIA, EN EL CORAZÓN DE RUSIA – Laughlyn (Johan Eddebo)

6- Ucrania, Bielorrusia, Azerbaiyán, Georgia, Turkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán, Armenia, Kazajistán, Kirguistán, Letonia, Lituania, Moldavia, Estonia.

7- Una práctica habitual por parte de los EEUU, ataques autroproducidos que sirvieron de excusa para lanzar las bombas atómicas sobre Japón en 1945, o para dar inicio al Nuevo Siglo Americano en 2003, etc.

8-De las Revoluciones de Colores a la Primavera Árabe – mpr21

9- Para asegurar el control de los pozos petrolíferos y otros recursos se instaló en esas zonas el ejército privado Blackwater Wikipedia , mientras que las zonas civiles quedaron en manos de mercenarios fundamentalistas como el ISIS, para garantizar así la ingobernabilidad del territorio ocupado.

10- «¡Yo creé el terrorismo yihadista y no me arrepiento!»

11- Hunter Biden: ¿Qué es el escándalo del hijo de Joe Biden en Ucrania?

 


SEGUNDA PARTE: Una nueva configuración planetaria a partir de la guerra de Ucrania II 

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