El 11 de febrero de este año, los 1550 trabajadores de la multinacional japonesa Bridgestone en Argentina cobraron la primera mitad del bono de “participación de las ganancias” del año precedente. Serán unos 6.000 dólares lo que le corresponderá a cada uno cuando reciban el segundo pago el próximo 11 de mayo.
La noticia de este beneficio de los laburantes de esta empresa afincada en la localidad de Llavallol, en la provincia de Buenos Aires desde 1931, se dio en un contexto de dificultades generalizadas para la mayoría de los trabajadores en la Argentina para conseguir detener la caída del poder adquisitivo de sus salarios frente a la descontrolada inflación que se vive en el país.
“No todos los empresarios son iguales”, decía en una entrevista televisiva Pedro Wasiejko, quien liderara la Federación de Trabajadores de la Energía, Industria, Servicios y Afines (FeTIA-CTA) en el momento de conseguir que la firma Firestone tomara el compromiso de compartir las ganancias futuras con sus trabajadores, mientras se negociaban las indemnizaciones por los despidos que quería la empresa durante la sonora crisis de 2001.
“Se planteó que así como se le hacía pagar a los trabajadores el costo de la crisis, éstos debían participar también de las ganancias de las empresas cuando los tiempos eran favorables. Luego en la negociación de 2006 con el sector, esta cláusula se formalizó en el Convenio Colectivo de Trabajo”, precisó el sindicalista y actual presidente del Astillero Río Santiago.
Firestone luego se fusionó con Bridgestone, pero el convenio se mantuvo. De hecho, en 2004 se dio el primer reparto del 33 % del excedente de la ganancia neta ordinaria libre de impuestos que supere el 6 % de la facturación anual. Desde entonces, la cláusula se activó otras cinco veces.
Vale la pena recordar este hito, que incluso cuenta con el respaldo constitucional en la Argentina, porque los medios comerciales no están muy interesados en mostrar estos éxitos de la lucha obrera organizada. De hecho, se trata de la única empresa de esta talla en contar con este mecanismo de distribución de beneficios en el país.
“Si bien los últimos dos años han sido desafiantes para todas las industrias, gracias a los esfuerzos realizados por cada una de las partes que integran la compañía y a un trabajo articulado con el Gobierno es que estamos anunciando este beneficio para cada uno de los colaboradores”, explicaron desde la empresa.
Hace unos pocos años, la empresa china Huawei se había convertido en el blanco de sanciones internacionales y ataques de todo tipo. Señalada como “peligrosa” y como ariete de entrada de la tecnología china para apoderarse de todos nuestros datos en base a los adelantos tecnológicos que habían dejado muy atrás a la tecnología occidental.
Sí, ok, esa era una buena razón para que formara parte de la guerra comercial y comunicacional contra el gigante asiático. Pero, quizás, también hubiera detrás de esta persecución despiadada otra razón. Las corporaciones monopolistas globales no son muy adeptas a compartir sus ganancias, de hecho, basan su crecimiento y expansión en el mejoramiento del sistema de explotación a nivel planetario en todos los eslabones de la cadena de producción.
Huawei es un ejemplo nefasto para este sistema hípercapitalista laborafóbico y humanicida. La multinacional china contaba en diciembre de 2019 con más de 194 mil trabajadores, pese a los ataques a los que fue sometida. La empresa fundada en 1987 por Ren Zhengfei publicó estos días el balance de ganancias del año 2021: casi 10 mil millones de dólares serán repartidos entre sus trabajadores y solo entre sus trabajadores, porque las acciones de la empresa les pertenecen.
El 99 % de las acciones de Huawei están en manos de sus empleados actuales y pasados. Por eso quizás no deba extrañarnos que sea la segunda empresa del mundo que más dinero invierte en Investigación y Desarrollo (I+D), se estima que la mitad de su plantilla se dedican a investigar e innovar.
Hoy por hoy, la empresa ya tiene negocios en 170 países y acapara el 18 % del mercado global de telefonía inteligente. Y el resultado no ha sido el esperado porque las sanciones contra la empresa han sido severísimas. De hecho, no puede utilizar tecnología occidental en la elaboración de ninguno de sus productos por estos castigos occidentales.
Aquí tenemos, pues, dos ejemplos de maneras alternativas de manejar corporaciones multinacionales. Con apego y control de los empleados para una expansión sostenida y de desarrollo de tecnologías, Huawei solo es superada en el mercado global por la surcoreana Samsung. En el caso de Bridgestone nos encontramos con una empresa que fideliza su plantilla y un cuerpo de trabajadores que acoge a nuevos compañeros, sumándolos a los logros obtenidos con tesón y unidad. La coparticipación de los trabajadores en las ganancias de las empresas no es ninguna utopía irrealizable.