Texto y fotos por: Jhon Gregory Mendez Embús
Cuando escuchamos o leemos la palabra “ecosistema”, inmediatamente pensamos en un lugar con características determinadas o específicas que lo definen y lo ayudan a identificar. Por ejemplo, al escuchar ecosistema acuático, imaginamos lugares con grandes cantidades de agua, cuando escuchamos ecosistema montañoso, imaginamos un lugar que alberga una gran cantidad de montañas, cuando escuchamos ecosistema desértico, imaginamos un lugar donde predomina la arena y la escasea la vegetación y, así mismo, ocurre con la gran diversidad de ecosistemas existentes.
Sin embargo; ¿Qué se nos viene a la mente cuando escuchamos el término “ecosistema plástico”? Si bien es cierto que conocemos el plástico a la perfección, nos resulta algo complicado relacionarlo con el ecosistema; ¿Dónde podríamos ubicarlo? ¿De qué forma sería compatible? ¿Qué tiene que ver el uno con lo otro? Entre otras preguntas que surgen, buscando una afinidad inexistente, pues sabemos que el plástico se ha convertido en uno de los más grandes problemas ambientales que padece el mundo actualmente.
En el fondo mundial para la naturaleza, determinan que el plástico es un material compuesto de elementos, en su mayoría sintéticos o semisintéticos, que mediante el calor o la presión, obtienen la característica de ser maleables y de adaptarse a múltiples formas, Por lo general, los plásticos son hechos con base en productos petroquímicos o de elementos como el gas natural, el carbón y la sal común. Estos procesos químicos en especial la polimerización, hacen que el plástico sea un material liviano al tacto y resistente a la degradación, que lo convierte en un elemento bastante útil para satisfacer las necesidades humanas. Actualmente lo podemos encontrar en casi todos los objetos que tenemos en nuestro hogar o con los que interactuamos día a día.
Suena maravilloso, un material que se puede usar para todo y que resulta rentable económicamente, pero como lamentablemente el ser humano se destaca por priorizar lo económico antes que la vida y la naturaleza, aún no ha creado una estrategia eficiente para saber qué hacer con todo el plástico que la humanidad deja de usar y que se convierte en uno de los mayores contaminantes ambientales existentes.
Es tanta la contaminación que generan los plásticos, que existen lugares donde hay más plástico que vegetación y, es a esos lugares, a los que se les puede denominar “ecosistema plástico”. Un claro ejemplo de eso se puede evidenciar en los alrededores de las principales carreteras de La Guajira, departamento ubicado al norte de Colombia.
Carretera troncal del caribe Maicao-Uribia/Manaure, La Guajira
La cantidad de residuos plásticos que se pueden apreciar y encontrar allí, superan con el paso de los días, la vegetación característica del desierto semi árido que predomina en la región, encontrándose plástico entre las plantas cactáceas, los arbustos e, incluso, hasta en la copa de los árboles. Esto es una problemática bastante grave, puesto que está interfiriendo con el desarrollo ecológico del ecosistema, afectando tanto a la fauna como a la flora. Algunas plantas se ven limitadas en su crecimiento por estar cubiertas de plástico, los animales predominantes de la zona, como las cabras o chivos (Capra aegagrus hircus), incluso llegan a ingerirlo, lo que les ocasiona la muerte al afectar su organismo.
Por otra parte, aunque el plástico es resistente a la degradación biológica y ambiental, este lentamente va liberando una sustancia química llamada bisfenol, la cual resulta tóxica, no solo para los animales, si no también para los humanos, ya que puede causar deterioro en el sistema reproductivo, daños en el sistema inmune y hasta daños cerebrales. Cabe resaltar que en esta zona se encuentran ubicadas, en su mayoría, las comunidades indígenas wayuu, es decir, que están sufriendo esta problemática y, si bien es cierto que el gobierno departamental debería intervenir en estas situaciones y tratar de brindar soluciones, tampoco hay una iniciativa por parte de las comunidades indígenas en impedir que el problema siga aumentando, allí se puede observar el desapego que han tenido con la naturaleza, siendo ellos los llamados dueños del territorio.
Carretera troncal del caribe Maicao-Uribia/Manaure, La Guajira
Es necesario tomar acciones urgentes ante estas situaciones, no es posible que sigamos destruyendo el planeta, buscando un “falso desarrollo”, debemos empezar a poner en práctica medidas sostenibles y eficientes, no solo para la economía y la sociedad, sino también para el ambiente. Dejemos de utilizar plásticos que tienen un solo uso, comencemos a reciclar, usemos bioplásticos de rápida degradación, el cambio empieza desde el hogar, y el problema no solo está en La Guajira colombiana, si no en todas partes del mundo. Es momento de empezar acabar con los ecosistemas plásticos.