En entrevista con Camilo González Posso, presidente del Instituto de estudios para el desarrollo y la paz, Indepaz, hablaremos sobre la situación actual del Acuerdo de Paz en Colombia y las labores que tendría el nuevo gobierno frente a este.
Pressenza: Ustedes a finales del mes pasado nos mostraron en el informe comparativo entre 2021 y 2022 cuáles fueron las cifras, donde es evidente el incremento de asesinatos y las masacres que se han efectuado por los distintos sectores armados. Ante estos hechos es posible afirmar que el gobierno saliente no ofreció a la población campesina, los firmantes del acuerdo y las víctimas mecanismos que les permitieran salvaguardar su vida.
Camilo Gónzalez Posso: Pues desafortunadamente tenemos una situación que persiste, el tema de masacres, asesinatos y desplazamiento forzado es terrible, imagínese la cifra que nos da Naciones Unidas y la Defensoría del pueblo hablan de 75 mil personas desplazadas o confinadas en lo que va este año. El año pasado fueron más de 10 mil personas y en los últimos cuatro años tenemos cerca de 400 mil personas desplazadas, y a eso se suma la persistencia de la masacres que deja en evidencia la disputa por los territorios. Podríamos decir que las garantías de seguridad humana en los territorios, el cumplimiento de esa promesa de la transición de la paz es un déficit tremendo al terminar este gobierno. Este desarrolló una política más de guerra que de transición a la paz.
De la política de guerra implementada por el actual gobierno podría decirse que durante el Consejo de Seguridad que hubo en Naciones Unidas, el mes pasado, se intentó ocultar o disimular cuáles eran las cifras en este tema, con la evasión o rechazo a las preguntas recurrente de algunos diplomáticos que interrogaron sobre el Acuerdo de Paz y cuál sería la finalidad del gobierno al hacer esto
Hubo reservas de varios países. Entre ellas las de Rusia, pero también Reino Unido y Estados Unidos hicieron preguntas bastante incisivas y ya de manera reiterativa el Consejo de Seguridad ha alertado sobre situaciones de atentados a la vida y la no implementación del Acuerdo de Paz. Yo quisiera decir que el hecho de fondo no tan dramático a primera vista pero que es muy revelador es ver la afirmación del presidente de la república de que en lugar de implementar el Acuerdo de Paz que no menciona nunca y allá tampoco lo mencionó con su nombre propio es sustituir una política constitucional y legal por una política de partido. Él dijo «como nuestro partido ganó las elecciones lo que aplicamos no es el Acuerdo de Paz, lo que aplicamos es lo que dice nuestro programa de partido político porque fue votado en las elecciones». Esa es una visión de totalitarismo de partido, pero que además explica muchísimo porque ese partido estuvo en contra del Acuerdo de Paz e incluso habla de paz con legalidad porque considera que el Acuerdo de Paz no es legal, es ilegítimo porque supuestamente estuvo en contra del resultado del plebiscito, desconoce los desarrollos institucionales.
Por eso es un gobierno que se ha colocado fuera de la constitución en muchísimos campos, pero incluso la Corte Constitucional ha hablado de manera expresa que en temas humanitarios como el tema de desplazamiento, los asesinatos de personas en reincorporación y de líderes sociales. En Colombia hay un estado de cosas no constitucional y eso hay que extenderlo. En el país no hay un régimen democrático en funciones. Este ha sido un gobierno que ha concentrado poderes en el poder ejecutivo y que tiene un régimen militarizado. Así tenemos una sustitución de instituciones democráticas por instituciones de autoritarismo antidemocrático.
Esa es la realidad y en el fondo de por qué persisten los ciclos de violencia y se frena la transición a la paz que fue pactada y dinamizada en el Acuerdo de Paz en 2016.
Siguiendo esta línea y haciendo un balance del gobierno saliente, ¿se podría considerar que se cumplió alguno de los cinco puntos que se pactaron el Acuerdo de Paz, o por el contrario este es un trabajo que queda para el nuevo gobierno?
Son cosas que parecen contradictorias, pero hay que señalar en primer lugar que el Acuerdo de Paz es un hecho político, constitucional en Colombia que ha cambiado la situación del país y por ello no es el mismo después de las negociaciones que iniciaron en el 2012 y luego en el Acuerdo de Paz en 2016, a la Colombia que conocimos en el siglo pasado que estaba marcada por una situación de guerra generalizada y atrocidad.
Hay un cambio no solo en el indicador de muerte y de violación al derecho humanitario, sino que un cambio en la dinámica de la sociedad. Esa sociedad se puso de pie por la paz. Esa emergencia de los derechos sociales que la juventud, de las mujeres, de los ambientalistas, hay un movimiento democrático en curso que está en contra de la guerra, y un aislamiento cada vez mayor para quienes proclaman la guerra como estrategia para solucionar los problemas como lo hicieron durante décadas en Colombia. Yo creo que ese es el impacto fundamental, pero también se logra con las decisiones legislativas, constitucionales y con el impulso inicial se logra hechos importantes como la puesta en marcha de la Justicia Transicional, la misma reincorporación, la creación del partido político de las Farc.
Mira, hay hechos importantes que nos indican que a pesar del propósito de hacer trizas el Acuerdo de Paz, este gobierno no lo logró, no encontró el ambiente suficiente para revertirlo en totalidad; sin embargo, sí obstaculiza muchísimo. Intentaron tumbar la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). El presidente tuvo que ser obligado por un mandato de la Corte Constitucional para que lo firmara, lo mismo sucedió con las Jurisdicciones Transitorias de Paz para las víctimas, la reforma política se embolató, es decir, que había muchos obstáculos a las reformas sociales y políticas.
Por eso, en materia agraria es un chiste. Así se sumaron un poco de pliegos que vienen de atrás de existencias en el papel, supuestamente de extinción de dominio o de baldíos, pero en materia de entrega efectiva para los campesinos, imagínese son 3 mil hectáreas entregadas materialmente, y hay unas 200 mil hectáreas entregadas en saneamiento de resguardos indígenas que vienen de atrás, y además son contabilizadas. Sin embargo, la verdadera política fue de cero tierras para los campesinos, no aplicación de la política, Esto se constituye en un problema crucial.
Ahora en materia rural, todo lo concerniente a drogas, el gobierno dice que seguimos en guerra, conformada en parte por el crimen internacional que atenta contra el estado. No obstante, el estado acabó con la política de sustitución de cultivos, la congeló, pues dejó de lado lo que se tenía atrás y la reemplazó por política militar, lo cual llevó a la ineficiencia total y reproducción de violencias. Así, Colombia exporta el 25 por ciento de cocaína más hoy que cuando inició este gobierno, y lo mismo dice que han erradicado 300 mil hectáreas de manera forzada, pero en realidad la revisión neta de hectáreas no llega al 5 por ciento. Aunque es de aclarar que según el Departamento de Estado de Estado Unidos creció el hectareaje, pero Naciones Unidas indica que hubo una pequeña disminución en el hectareaje con un aumento en productividad [incremento en el cultivo de cocaína], en pocas palabras, que aquello que proclaman como objetivo de la política de la guerra contra el narcotráfico ha sido un completo fracaso.
Eso quiere decir que tenemos un Acuerdo de Paz que ha tratado de ser sustituído, pero que sigue vivo en la medida que es un mandato constitucional y sobre todo porque hay una sociedad movilizada, una juventud en contra de la guerra, que vimos en los últimos tres años, millones de personas movilizadas por la paz de Colombia. Esto demuestra que hay una revolución de consciencia en contra de la guerra por la paz, la implementación del Acuerdo, de no volver atrás y las crisis sin la reiteración de estos circuitos de depredación y de violencia. Yo creo que eso es lo nuevo en este ambiente de contradicción y de incertidumbre muestra la dinámica de esperanza que hay en Colombia.
Y justamente Camilo, tenía ganas de preguntar por esto último que estabas diciendo, porque la verdad después de aquel plebiscito en el que ganó el no al Acuerdo de Paz, quedamos todos estupefactos. Fuera de Colombia nos pareció inverosímil que un pueblo no quisiera ponerle fin a un conflicto armado. Y vemos justamente eso, cómo está esta polarización política tan grande de la sociedad colombiana, ahora nos estás hablando de la esperanza que nos genera esa consolidación del proceso de paz que nos genera nuevas vibraciones. ¿Te parece que hay una mayoría en Colombia que apuesta por eso, hay un cambio que se puede empezar a percibir en estas elecciones?
Yo creo que el cambio es en el escenario de la política y de la conciencia social, es allí donde está la gran transformación, teniendo la sociedad colombiana y que va a marcar toda esta década independientemente en lo que suceda en las elecciones, estamos en un momento de crisis de pos Acuerdo de Paz, es diferente de la crisis anterior, claramente mita en una crisis mundial.
¡Mira! En lo político comenzamos este siglo en 2002 con un movimiento conformado por Álvaro Uribe Vélez que dice “no hay que salir a negociar, la solución es la guerra. Voten por mí que hago la guerra como sea para ganar”. Y ganó las elecciones, en un país desesperado, después de más de 50 años en guerra, y dijo bueno démosle la mano y más a un salvador autoritario; aunque mate lo que sea pero una desesperación. Eso sucedió en 2002. Ahora estamos viendo una derrota política. El doctor Álvaro Uribe Vélez ha reconocido su derrota, él dice “me han expropiado mi prestigio, mi dignidad”. Y que está diciendo la derecha, que es el Centro Democrático y dirige Álvaro Uribe “no dejemos que el o los candidatos que tenemos aparezcan como candidatos nuestros, debemos camuflarlos. Quitémosle el toque uribista y pongámosle una envoltura nueva para que pase así”.
Yo no estoy mintiendo, estoy constatando hechos de conocimiento público. Eso quiere decir que hay un cambio. Al tiempo que el candidato o los candidatos de la derecha para poder posicionar su candidatura dice “yo voté por el sí en el plebiscito”. Es decir, se presenta con la carta de la paz; en cambio, Duque pidió la unión para votar por el no en este mismo tema, lo cual implica que hubo un cambio allí.
Por el otro lado, vemos que hay sectores de izquierda, centro y de centro derecha que dicen que hay que defender el proyecto de paz. Además, Colombia debe comprometerse a dejar la guerra, ese no es solo un asunto de izquierda. Si uno mira las encuestas en relación a la paz o la intención de voto a las presidenciales de este año, muestran que varios sectores votarán por Gustavo Petro, el candidato de izquierda, con diferentes pesos, por ejemplo la clase media. Además, el problema no es qué hacemos con la guerra del pasado, sino qué hacemos con la crisis del presente y la no perspectiva del futuro.
En ese sentido, la gente no está diciendo, sí ajustemos cuentas, hay una mirada y un propósito de la verdad, pero para mirar la crisis, pues estamos en una encrucijada en Colombia que se le suma,a lo económico y todos los problemas de las persistencias de las guerras, el narcotráfico, las mafias, y el régimen mafioso., ya que lo que está en el poder es una alianza de grandes poderes económicos con grandes poderes mafiosos. Esta es una caracterización académica y no política que se puede constatar en diferentes direcciones esta colusión de la macro-criminalidad que ha cooptado el poder político en Colombia, y por supuesto no quiere decir que todo espacio político sea del narcotráfico o de las Farc.
No obstante, sí se puede afirmar que hay un poderío político-mafioso muy grande que se está debilitando y hay una corriente muy grande que dice “cerremos la página. Este no puede seguir siendo el país de Pablo Escobar o de los herederos de éste”, pues esta es la imagen que tenemos en el mundo. En realidad, la gente se equivoca, ya que Pablo Escobar es un pintado en la pared en comparación con lo que hay ahora. Cuando Pablo Escobar estaba, Colombia tenía 300 mil hectáreas sembradas con coca y exportaba más o menos 400 mil toneladas métricas de coca. Ahora tiene 200 mil hectáreas y exportan unas 1.200 métricas de toneladas métricas al año, es decir, aquí por aquí hay un poco de Pablitos que están incrustados en la sociedad y en el régimen, persistentes en un país.
Aquí tenemos una cleptocracia en el poder, !se roban hasta un hueco!, es increíble la capacidad de robo, y el presupuesto es el botín, la contratación pública, la macro-inversiones del estado, que usa el mismo estado el lavado de activos.
Escuchándote, no me queda otro remedio que preguntarte, en ese escenario ¿qué se necesita para que un gobierno llegue y que realmente quiera avanzar y modificar qué margen de acción tiene, qué posibilidades tiene?
No creo que la transición se complete en cuatro años, que Colombia se va solucionar y a ser un país con todos estos problemas, pero puede mejorar muchísimo. Aquí hemos tenido en momentos en los que al borde del abismo se han dado alianzas que han permitido dar pasos positivos, es posible, por ejemplo si uno lee la combinación política que hay en el Congreso, digamos que para a izquierda y el centro si es posible hacer acuerdos con el centro derecha para unos puntos y tener mayoría. El tema de la vida, del manejo de la paz, de no violencia y promover ciertos acuerdos relativos al narcotráfico. Hay que acabar con la guerra del narcotráfico, eso no funciona. Eso se lo planteó el gobierno de Obama y en los discurso formales de la administración Biden fueron de una rectificación de una política de la guerra de la drogas, para fijar una mucho más social, es decir un viraje y en algunas regiones como en el Cauca, donde hay un problema muy grande como el de la marihuana se podría hacer un acuerdo en el Congreso y sacar una regulación para que dejemos el prohibicionismo en el tema de la marihuana y le abrimos la mano a una 400 familias asociadas al cultivo de la marihuana y a la cadena de ésta, así se podría explorar flores de cannabis, ampliar la venta para que se emplee en productos medicinales. Así, el tema del cannabis y de la marihuana puede tener una salida.
Por ello, hay que hacer un acuerdo, ya que son 400 mil familias, más o menos nosotros contabilizamos en su momento que se registraron de manera individual y colectiva en las oficinas del gobierno para entrar en los programas de sustitución de cultivos ilícitos, con su cédula, dirección y dónde estaban sembrando. Sin embargo, en el gobierno dijeron “vamos a echarles plomo porque esto es una guerra contra los campesinos”.
Y los campesinos los más legalistas fueron sorprendidos por el gobierno con una guerra. En lugar de eso se podría hacer un trato con la gente, hasta se ha hablado de un Plan Marshall e incluso en medio de la pandemia se pueden hacer temas económicos.
Así un gobierno de centro izquierda como está la posibilidad que se tenga, no va hacer la revolución. Aquí no estamos en el anticapitalismo,estamos en una revolución de mente que nos permita y establecer las reglas de juego de por lo menos de bienestar, de estas cosas básicas, y reglas de juego para solucionar los temas sin matarnos, pues en este país está la pena de muerte decretada oficialmente, dicen que basta con que declaren a un grupo armado organizado, para que pueden matar a todos sus jefes, a quienes los acompañan, así sea la mamá. Y lo mismo con un grupo contrario, declarado como el enemigo a cualquier persona y lo mata. Tenemos que superar eso y fijarnos en cosas más relevantes como el tema del cambio climático, la pobreza ya que el 70 por ciento de la población colombiana vive en la extrema pobreza o en vulnerabilidad extrema y se puede caer en esta. Entonces allí tenemos que hacer cosas, el Congreso puede hacer un pacto de transformación y la paz en Colombia.
Agradecemos mucho a Camilo Gónzalez Posso, presidente de Indepaz por acompañarnos el día de hoy.