Seguro que ya has escuchado alguna vez eso de que la vida es como viajar en un tren en el que según pasas por las estaciones unas personas suben, compartimos un tramo de camino, se bajan en otra estación, así hasta que llegas a la última… Me encanta este cuento.
Últimamente he tenido unas experiencias que me han hecho reflexionar sobre esta historia y me ha dado por hacer una pequeña variación.
Digamos que la vida es como ir en taxi, algunas veces como viajero, otras veces como conductor. Imagina que la vida es eso, un camino que recorre ciudades, a veces con atascos, otras veces tocan los semáforos en verde. A veces se circula por carreteras sin tráfico, otras con mucho atasco, fluido, con retenciones…
¿Cómo es nuestra actitud en cada tramo del camino? Por ejemplo, cuando vamos relajados sin problema de llegar a ninguna hora, simplemente recorriendo, haciendo camino, esperando una señal ¿Y cuándo tenemos prisa?
Puede ocurrir que conduzcamos sin ningún pasajero y no nos importen tanto las retenciones. Puede ocurrir que nos estén esperando para ir a algún otro lugar y tardemos más de lo deseado por el tráfico, incidentes, imprevistos, o porque nos perdemos al intentar llegar a un sitio desconocido para nosotros.
Y ahora imagina que tú eres el pasajero y que el conductor va lento porque no quiere que le pongan multas, porque no conoce el lugar a donde va o porque se pierde. ¿Cómo es tu actitud hacia él? ¿Te enfadas? ¿Empatizas? ¿Le prestas ayuda? ¿Le haces la vida fácil? O por el contrario, ¿le pones más nervioso de lo que podría estar? ¿Te has parado a pensar cómo se puede sentir?
Ahora hagamos otro ejercicio. Imagina que tú eres el conductor que comete el error o que llega tarde y que el pasajero, o pasajera, te monta un pollo de esos que hacen época… ¿cómo actuarías? ¿Te pondrías nervioso? ¿Dirías algo? ¿Explotarías?
Nada nos debería afectar tanto como para hacernos estallar y si pasa deberíamos tomar conciencia para que no se vuelva a repetir y no debemos sentir mal por ello.
Si damos el poder a otras personas para que nos saquen de nuestro eje, debemos prestarnos atención. ¿Qué sentimos? ¿Cómo nos sentimos a lo largo del proceso? ¿Cómo nos hacen sentir/sentirnos? Deberíamos dar la justa importancia a las cosas que (nos) suceden sin dar poder ni protagonismo a los personajes que pasan por nuestras vidas. Cada uno de nosotros, como actores que somos en este gran teatro llamado mundo, realizamos un papel dependiendo de dónde y con quién estemos. Tú y los que estamos frente a ti, ¿qué somos? ¿Quiénes somos? ¿Qué nos da forma? ¿Los ojos que nos ven o nuestras experiencias personales? Indudablemente un poco de las dos. Si tú me ves como conductor y te quedas en mi presencia sin ver la esencia más allá de la imagen, verás al personaje pero no a la persona.
¿Es la primera apariencia la que vale o aunque la mona se vista de seda…?
Juzgamos muy pronto sin dar posibilidad de conocer la historia que hay detrás de cada persona y os digo que detrás de cada historia hay una historia… sí, has leído bien… Nuestras vidas son como esos saltimbanquis que bajan por una escalera, un peldaño tras otro… Vamos uniendo experiencias que nos forman y nos dan forma… Somos como conductores de vehículos de transporte de personas que se alquilan para que nos hagan la vida fácil, pero a veces el Universo nos puede usar como instrumentos para poner a los demás, o ponernos nosotros, en situaciones límite.
¿Y si “yo” he provocado inconscientemente que ese personaje conductor eligiese ese camino porque el Universo me quiere enseñar algo a través de la experiencia que estoy viviendo? Si no asumimos responsabilidades más allá de lo aparente, la historia se repetirá en otro coche, con otra persona frente a ti… Si no cambiamos algo, la historia se podrá repetir tantas veces como sea necesario para que aprendamos aquello que el Universo nos quiere enseñar.
Y si eres de los que creen que nosotros pactamos antes de nacer las experiencias que vivimos con todas aquellas personas con las que nos cruzamos en esta vida, je je je, comienza a buscar responsables. Sin duda, no será fácil pues ya estaba pactado…
Somos partículas de información en un universo cuántico de múltiples posibilidades. Podemos ser conductores de energía positiva o pasajeros con carga negativa.
Sea como sea, nos necesitamos unos a otros para llegar bien a nuestro destino, para poder evolucionar individualmente y como especie. ¡Que mejor que hacerlo con consciencia, con amor, con respeto y empatía!
Sí, me puedo equivocar y pido disculpas por ello. Este es mi recorrido por las carreteras de la vida, hasta que llegue al último tramo con dirección al cielo.
Cada día intento hacer lo mejor que sé pero he de aprender, y aprendo, a base errores y aciertos. ¿Qué has pactado conmigo? ¿Conductor o pasajero? Sea lo sea, me pondré siempre en tu lugar para entender mi actitud hacia el mundo.
Gracias por compartir un trozo de camino.