El 6 de agosto de 1945 se arrojó la bomba atómica que destruyó la ciudad japonesa de Hiroshima, el 9 de agosto la tragedia se repitió sobre Nagasaki. Estas fechas quedarán para siempre en la historia humana como días oscuros, absolutamente nefastos y que nunca quisiéramos repetir a futuro.
Sin embargo, la locura de la guerra, particularmente el conflicto en Ucrania, ha empinado el riesgo de la amenaza nuclear. Desde el inicio del conflicto los portavoces de ambas facciones afirman públicamente que la utilización de las más modernas y sofisticadas armas nucleares no puede ser excluida. Y por más que puedan parecer solo amenazas, el Ministerio de la Defensa ruso ha anunciado que el nuevo “Centro para el monitoreo geofísico” – que tiene la tarea de identificar las fuentes de disturbios geofísicos causados por el hombre y, particularmente, por explosiones nucleares – desde el 1 de julio, trabaja 24 horas sobre 24.
El Tratado de No Proliferación (TNP) a partir de 1970 fue ratificado por 190 Estados sobre 208. Sin embargo, la hipocresía de los cinco Estados “nucleares” (EEUU, Reino Unido, ex-URSS, Francia, China) al afirmar que las armas nucleares son vitales para la seguridad de quienes las detentan, pero inaceptables para el resto del mundo, ha de hecho incentivado la proliferación. La tecnología nuclear ha seguido desarrollándose notablemente a lo largo de los años generando una variedad de bombas que permiten realizar ataques tanto a gran escala como puntuales, con un alcance mayor y una fuerza destructiva hasta treinta veces superior a las de Hiroshima y Nagasaki. La utilización de solo una pequeña parte de este arsenal tendría consecuencias devastadoras, inmediatas y a largo plazo, con millones de muertos y un desastre ambiental durante decenas de años. Impactos ingobernables, una catástrofe.
Hoy son nueve los Estados con armas nucleares (Rusia, EEUU, Francia, Reino Unido, China, Israel, Pakistán, India, Corea del Norte) y cinco los Estados de la OTAN adherentes al recurso nuclear compartido (Bélgica, Alemania, Italia, Países Bajos, Turquía) que, albergando y renovando los arsenales sobre sus territorios, violan el Derecho Internacional y el TNP.
En total, hay aproximadamente 14.000 cabezas atómicas, de las cuales alrededor de 4.000 están desplegadas y alrededor de 2.000 listas para ser lanzadas.
Hasta que los Gobiernos no se decidan a desmantelar los arsenales nucleares, la humanidad, nuestra supervivencia, estará amenazada. La única solución coherente es dar prioridad al desarme nuclear.
En el año 2007, por iniciativa de la sociedad civil, nació la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN), que ha llevado a uno de los más grandes logros y metas del pacifismo mundial: el Tratado para la prohibición de las armas nucleares (TPNW). Adoptado por 122 Países en la Organización de las Naciones Unidas en 2017, el 22 de enero de 2021 entró en vigor y ha sido hasta ahora ratificado por 66 Estados y firmado por ulteriores 23.
El Tratado prohíbe a las naciones desarrollar, testear, producir, fabricar, transferir, detentar, almacenar, utilizar o amenazar con la utilización de armas nucleares, o permitir que armas nucleares sean posicionadas sobre el propio territorio. Además, prohíbe asistir, incentivar o inducir a nadie a participar en cualquiera de estas actividades.
En los Estados que han firmado el TPNW, los bancos, las empresas, las universidades y los privados no podrán contribuir al desarrollo de armas nucleares, ni siquiera en los Países que no adhieren al tratado, pero podrán en cambio solicitar resarcimiento por daños derivados de pruebas y desarrollo de armas nucleares. Finalmente, el TPNW podría incentivar el debate a favor de la redistribución hacia la sanidad, la conversión energética y la empresa pública de los recursos astronómicos destinados a la disuasión nuclear.
El TPNW es permanente y legalmente vinculante para las naciones que adhieren. Además, el tratado prevé también la posibilidad de ser adoptado a nivel local (Ciudades y/o Provincias) generando una presión que podría lograr la ratificación del tratado a nivel nacional.
El TPNW es una piedra miliar del derecho internacional, una esperanza frente a la catástrofe nuclear. Una iniciativa de la sociedad civil, recompensada con el premio Nobel de la paz en 2017 y sostenida por la gran mayoría de los países, a excepción de aquellos que poseen armas nucleares y de sus aliados. Estos últimos han reaccionado con un silencio ensordecedor y siguen ignorando al TPNW.
La red Convergenza te invita en este día de conmemoración a dar una señal, hacer un gesto que manifieste tu apoyo al TPNW para que las armas nucleares sean desterradas de nuestro futuro. Creemos fuertemente que cada uno de nosotros es portador de una semilla de aquella Paz a la cual todos aspiramos y que está en nuestras manos la única posibilidad de construirla, juntos.
Somos muchos y siempre más los que nos damos cuenta que hay que cambiar de dirección, que hay algo fundamentalmente equivocado en el mundo en que vivimos, en primer lugar la creencia de que no podemos hacer nada para cambiarlo. Pero no debemos menospreciarnos y no debemos olvidar que vivimos en una era digital que nos conecta a todos en modo exponencial. El camino que lleva a la paz global no es breve y seguramente será accidentado, pero es el único camino para construir un futuro.
El 6 de agosto, planta una semilla, o enciende una vela, o escribe un mensaje, haz un gesto que esté a favor de un futuro libre de armas nucleares y que te recuerde cada día de atender a hacer crecer la Paz en ti y fuera de ti.
Luego, una foto o un pequeño video y compártelo en las redes con el hashtag #TPNWandSowPeace (TPNW y Siembra Paz) o envía la foto a redazioneitalia@pressenza.com.
Convergenza: La Comunità per lo sviluppo Umano, Mondo senza guerre e senza violenza, Rete Ecosocialista, WILPF ITALIA, Disarmisti Esigenti, OGZERO, Atlante Guerre, Zeitgeistitalia, Società della Cura, Rete per la politicità sociale, Manifesta, Rifondazione Comunista, Pressenza International Press Agency, Europe for Peace, Partito Umanista Roma
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