La tradicional competencia política entre demócratas y republicanos en Estados Unidos está siendo suplantada por una confrontación más sustancial entre los defensores de la democracia —con sus virtudes y defectos— y quienes se autodenominan “patriotas” al tiempo que promueven el autoritarismo. El Partido Republicano, que está cautivo del culto a Donald Trump, intenta abiertamente subvertir las elecciones. En alianza con grupos civiles armados, el Partido Republicano y sus partidarios están tratando de torcer o romper las instituciones gubernamentales de Estados Unidos.
Elie Mystal, corresponsal de asuntos jurídicos de la revista The Nation, dijo a Democracy Now!: “Estamos ante una crisis de la democracia. No nos estamos acercando a una crisis constitucional; ya la estamos viviendo. Y la pregunta es: ¿qué vamos a hacer al respecto?”.
La semana pasada, el presidente Joe Biden pronunció un discurso en horario estelar sobre las amenazas que enfrenta la democracia estadounidense. En dicho discurso, el mandatario mencionó específicamente a Donald Trump y se refirió repetidas veces a los “republicanos de MAGA”, el sector actualmente dominante del Partido Republicano y totalmente atado a Trump, que se identifica con su eslogan de campaña “Make America Great Again” (Hagamos a Estados Unidos grande de nuevo) y respalda las afirmaciones falsas del expresidente acerca de que él fue el verdadero ganador de las elecciones de 2020. El escenario en el que Biden hizo su alocución fue el Salón de la Independencia de la ciudad de Filadelfia, el lugar donde se debatieron y promulgaron dos documentos fundacionales de Estados Unidos: la Declaración de Independencia y la Constitución.
“Donald Trump y los republicanos del MAGA representan un extremismo que amenaza los cimientos mismos de nuestra república […]. Ellos consideran a la muchedumbre violenta que irrumpió en el Capitolio de Estados Unidos el 6 de enero [de 2021], que atacó brutalmente a las fuerzas del orden, no como insurrectos que amenazaron seriamente nuestra democracia, sino como patriotas. Ven el fracaso del MAGA para impedir una transferencia pacífica del poder tras las elecciones de 2020 como preparación para las elecciones de 2022 y 2024. Intentaron de todo la última vez para anular los votos de 81 millones de personas. Esta vez, están decididos a lograr frustrar la voluntad del pueblo [estadounidense]”.
Una de las tácticas clave que tradicionalmente han usado los republicanos es limitar la participación electoral. En 1980, el activista republicano conservador Paul Weyrich dijo en un discurso: “No quiero que todo el mundo vote. Las elecciones no se ganan con el voto de la mayoría. Nunca ha sido así en la historia de nuestro país, y no es así ahora. De hecho, para ser francos, nuestra ventaja en las elecciones aumenta considerablemente cuando la población que vota disminuye”.
En la actualidad, quienes simpatizan con Trump intentan intervenir de forma más directa en las elecciones. El Centro Brennan para la Justicia envió recientemente una carta a las asociaciones estatales de funcionarios electorales, en la que expresa: “Las amenazas internas no son un fenómeno nuevo ni son las únicas que enfrenta la seguridad electoral, pero la participación actual en el proceso electoral de personas que niegan los resultados de las elecciones de 2020, así como el reclutamiento activo de más personas que sostienen esta postura, ha provocado un aumento de violaciones de la seguridad física del equipamiento electoral. […] Quienes generan desconfianza en el proceso electoral suelen afirmar falsamente que se ha violado la seguridad o se ha roto la cadena de custodia [de dicho equipamiento] como parte de su estrategia de deslegitimación”.
La cadena de noticias CNN obtuvo un video de una capacitación que el Partido Republicano de Michigan ofreció a trabajadores electorales, en la que los funcionarios del partido instruían a la gente para infringir las leyes electorales. El video muestra que algunas de las estrategias mencionadas consisten en infiltrarse en los centros de votación para cuestionar la legitimidad de los votantes, tomar grabaciones de videos de manera ilegal, así como también otras acciones destinadas a alterar el normal proceso de los comicios.
El gobernador de Florida, Ron DeSantis, creó una “fuerza de policía electoral”, la primera de esas características en Estados Unidos, en la que agentes armados tienen la tarea de detectar posibles incidentes de fraude electoral, que el mismo DeSantis admite que son casi inexistentes en el estado. En agosto, esta nueva fuerza policial arrestó a 20 personas, en su mayoría hombres de la comunidad negra, que se presentaron a votar porque pensaban erróneamente que tras haber cumplido su condena de prisión habían recuperado su derecho a votar. Muchas de estas personas ahora enfrentan posibles condenas de hasta cinco años de prisión. El mensaje es claro y estremecedor: para una persona negra, ir a votar puede ser peligroso.
Los aliados de Trump que apoyan sus afirmaciones falsas de fraude electoral en las elecciones presidenciales de 2020 también buscan acceder a cargos de mayor envergadura y han ganado las primarias republicanas con promesas de “anular la certificación de las elecciones de 2020”, una exigencia clave para conseguir el respaldo de Trump. Kari Lake, una expresentadora de noticias de televisión que ganó las primarias republicanas para gobernadora del estado de Arizona, hizo esa promesa, a pesar de que no existe en Estados Unidos ningún procedimiento legal para anular la certificación de los resultados electorales. Tres candidatos republicanos para ocupar cargos de secretario de Estado y el candidato republicano a gobernador del estado de Pensilvania, así como también decenas de candidatos para ocupar el cargo de secretario de diversos condados, han respaldado las afirmaciones falsas de Trump acerca de que las elecciones de 2020 fueron manipuladas. Estos cargos electos son los que realmente dirigen el proceso electoral.
En conversación con Democracy Now!, Nancy MacLean, historiadora de la Universidad de Duke especializada en la extrema derecha, expresó al respecto: “El ala del Partido Republicano que respalda a Trump y el sector republicano que sigue el lema “Hagamos a Estados Unidos Grande de Nuevo” se salieron de los límites de la democracia constitucional, del universo fáctico y de la democracia representativa. No se puede tener una democracia en la que un partido no acepta la legitimidad de los candidatos y funcionarios electos del otro partido ni los resultados de los comicios. Pero a eso es a lo que hemos llegado con Donald Trump y el sector que lo respalda”.
El creciente aumento de grupos extremistas de derecha aumenta la posibilidad de que se produzcan hechos de violencia durante el proceso electoral. Trump dijo recientemente en referencia a los insurrectos que asaltaron el Capitolio de Estados Unidos el 6 de enero de 2021: “Si decido postularme y gano [las elecciones], analizaré enérgicamente la posibilidad de otorgarles el indulto. Indultos completos”.
Las elecciones de mitad de mandato de 2022 y las presidenciales de 2024 tendrán un impacto profundo en la trayectoria del sistema político de Estados Unidos. Todos los estadounidenses deberíamos considerar seriamente la pregunta que se formuló Elie Mystal: ¿qué vamos a hacer al respecto?