En los últimos meses, he escrito 13 artículos sobre cuestiones sociales que han surgido de lo que llamo la cultura del «Occidente-Blanco». Luego, sucedió lo del 6 de enero. The Hill publicó un artículo unos días más tarde titulado «Pelosi dice que los generadores del alboroto prefirieron su «blancura» en lugar de la democracia«, y tiene razón, pero nadie quiere abordar la cuestión racial y los medios de comunicación masivos prefieren mantenerlo como un asunto político. La motivación de los blancos es relativamente sencilla y ha sido la misma durante siglos: ampliar y mantener el poder mediante la violencia. La democracia, la libertad y la búsqueda de la felicidad se han utilizado como sofisticada justificación para el uso de la violencia en todas sus formas.
En realidad, la forma de abordar la cuestión de la blancura es eliminar la violencia como posible método de desarrollo. Si nos fijamos en la razón por la que Twitter decidió cerrar la cuenta de Trump, fue para hacer «todo lo posible para detener la propagación de la violencia» (NYTimes, 16 de enero, «Inside Twitter’s Decision to Cut Off Trump«). Gracias al Día de Martin Luther King Jr., recordamos el legado de King y el increíble logro del Movimiento por los Derechos Civiles al optar por la no violencia como herramienta para desmantelar la segregación racial institucionalizada y la discriminación.
Hoy, ofrecemos una nueva motivación a nuestros amigos blancos: «Haz todo lo posible para detener la propagación de la violencia«. Es necesario un Movimiento Civil Blanco para transformar esta cultura y asumir la responsabilidad de siglos de colonialismo, esclavitud, segregación, encarcelamiento, militarismo y pobreza. Podemos empezar por reparar dos veces el daño ya hecho: dejaremos de justificar la violencia y seguiremos educando, esclareciendo, concientizando, empoderando y humanizando. Seguiremos sumando a las demandas de políticas públicas que protejan, prevengan y reparen. En el plano económico, apoyaremos la Renta Básica Universal para aliviar y reducir la violencia económica generada por la concentración del capital en muy pocas manos. Las reparaciones por la esclavitud se han discutido ferozmente en Estados Unidos desde que el general del ejército de la Unión, William Tecumseh Sherman, prometió 40 acres y una mula a 4 millones de esclavos liberados en 1865; es una promesa que debería haberse cumplido hace tiempo. En el plano político, tenemos que ampliar el derecho al voto lo máximo posible, haciendo que nuestra democracia sea lo más directa e inclusiva posible y asegurándonos de que las minorías y la gente de color tengan acceso a todas las formas de poder. De la misma manera que hemos utilizado la violencia entre nosotros, hemos sido violentos con nuestro propio medio ambiente y tenemos que hacer todo lo posible para frenar el cambio climático. Tendremos que apoyar el tratado para prohibir las armas nucleares, reducir nuestros enormes presupuestos militares, desmilitarizar la policía y crear instituciones que se centren en hacer todo lo posible para detener la propagación de la violencia.
Estas propuestas son estupendas y válidas, pero no son suficientes. También es necesario que ocurra algo a nivel personal, no sólo a nivel social. El cambio tiene que producirse en lo más profundo de nuestra conciencia y dentro de nuestros corazones. ¿Cómo respondo a la violencia? ¿Creo realmente que la violencia no es una solución? La violencia se manifiesta de muchas formas: el odio, la venganza, la imposición de tus creencias o tu forma de vida, la discriminación, la explotación económica de las personas. En conclusión, todos podemos beneficiarnos meditando sobre la siguiente recomendación de la sección «El camino» del Mensaje de Silo:
«Aprende a tratar a los demás como quieres que te traten a ti.
Aprende a superar el dolor y el sufrimiento en tí, en tu prójimo y en la sociedad humana.
Aprende a resistir la violencia que hay dentro y fuera de ti».