Imagina que estás viviendo en el sur de Italia alrededor del año 1115 d.C, caminando en un hermoso jardín con una interesante mujer que está hablando y cortando plantas a medida que avanzan. El sol del Mediterráneo se derrama sobre tu cabeza llenándote de vitalidad y bienestar. Un clima ideal para cultivar la multitud de plantas sanadoras que están ante ti.
Abrazas los deliciosos aromas, y esta mujer Trota describe a alguna de sus pacientes femeninas lo que necesitan. Vuelven al sol para recoger algunas rosas para el increíblemente fragante ramillete de plantas que va a utilizar en su trabajo como sanadora y maestra… (*)
Por Horacio Mesón
«En los siglos XI y XII, las ideas, la investigación y las observaciones médicas estaban centradas en la floreciente ciudad de Salerno, Italia. Los médicos de toda Europa y del mundo mediterráneo iban allí para aprender. La ciudad, situada al sur de Roma era un lujo como centro comercial y agrícola».
Los habitantes de Salerno contaban con un suministro abundante de plantas medicinales que derivaban de sus cultivos locales. También de otras hierbas provenientes del comercio exterior, así como resinas, especias y minerales que eran parte integral de su sistema médico.
La facultad de medicina de Salerno durante el siglo XII, fue una comunidad informal de maestros y alumnos que desarrollaron métodos formales de enseñanza y de investigación. Fundada alrededor del año 1000, fue la primera escuela de medicina no-religiosa.
Los textos griegos, árabes y judíos fueron estudiados libremente. Estos textos reflejaban la diversidad de la población de Salerno. Lombardos, griegos, romanos, judíos y musulmanes del norte de África, una fusión de culturas. Los sabios doctores de Salerno mantenían altos niveles en cirugía, en la enseñanza de técnicas de anatomía y disección de animales. Unificaron la cirugía y la medicina. La escuela fue cerrada por decreto por Napoleón en 1811.
Desde el siglo XI al XIII, a las mujeres de Salerno se les permitía aprender y practicar la medicina junto a los hombres. Las licencias para la práctica de la medicina eran otorgadas por el estado. De la mayor parte de las sanadoras que ejercieron la medicina y la obstetricia en la Edad Media no han quedado registros escritos. En Europa las mujeres eran excluidas de la educación médica formal. Una de las pocas excepciones fue una mujer italiana que iba a ser reconocida como sanadora, maestra y escritora, no solo a lo largo de su vida, sino también durante siglos después de su muerte.
Esta mujer era Trota, conocida como “la sabia mujer maestra”. No contamos con conocimiento de datos personales sobre ella, como su nacimiento, su familia y su muerte. Su práctica está incluida en los textos clásicos de Salvatore de Renzi publicados en 1582 y 1589. Algunos de sus manuscritos se encuentran en museos de toda Europa. Se sabe que el libro Practica Secundu Trotam, incluye setenta y un remedios para todo tipo de dolencias, desde enfermedades ginecológicas y obstetricia hasta problemas de los ojos, los pies y el bazo. Ella da consejos sobre cómo tratar la fiebre, un dolor de muelas o las hemorroides y por supuesto, recetas para elaborar cosméticos.
«Es asombroso que Trota haya aprendido a leer y escribir en latín cuando la mayoría de las mujeres de Salerno se casaba, tenía hijos y recibía muy poca educación. Sabía mucho de botánica y esto se revelaba en sus remedios. Era una diagnosticadora calificada que utilizaba para esto todos sus sentidos. Abordaba el pulso y los análisis de orina, así como la observación del rostro y las palabras del paciente. Además tuvo el valor de estudiar y de dejar por escrito sus resultados. Un importante libro On the Treatment of Illnesses, escrito en la segunda mitad del siglo XII, por los principales siete médicos de Salerno, incluye a Trota, también se verifican en él sus conocimientos».
Esta cita atribuida a ella explica la verdadera motivación de su trabajo: “Las mujeres, a causa de su modestia, no se atreven a revelar las dificultades de sus enfermedades a un médico varón. Por lo tanto compadeciéndome de sus desgracias, comencé a estudiar cuidadosamente las enfermedades que con mayor frecuencia aquejan al sexo femenino”. Esta es la razón por la que optó por centrarse en ginecología, obstetricia, cosmética y enfermedades de la piel.
Ella utilizaba hierbas y flores e importó especias de la India. Sin dudas debemos clasificarla como aromaterapeuta, casi todos sus remedios involucran sustancias aromáticas. Los remedios de Trota eran mucho más simples que las recetas de Galeno, este enseñaba a sus estudiantes a ser profesionales orgullosos que trataban a sus pacientes con superioridad. Trota enseñó una gentil y sincera simpatía por los pacientes enfermos, su medicina era muy directa y más orientada al tacto.
Sus tres libros se fusionaron en una única obra que fue muy popular entre los médicos europeos, las parteras y las mujeres en general. En el año 1400 fue traducido al holandés, al francés, al inglés y al alemán. Por el año 1500 había seis versiones diferentes de la colección de Trota. Este libro se convirtió en uno de los pilares en los que la cultura medieval fue construida, estando presente en las bibliotecas de médicos, cirujanos, monjes, filósofos, teólogos y los príncipes de Italia a España, y de Irlanda a Polonia.
Lentamente las oportunidades que se le abrieron a Trota y a su hermana del norte en el campo de la salud, Hildegar de Bingen, no iba a durar. La puerta que permitía que las mujeres sanaran en público se cerró a finales del siglo XII. La iglesia surgió como la nueva autoridad en el mundo de la medicina. Las mujeres ya no estaban habilitadas para estudiar medicina y convertirse en maestras, a pesar de que Salerno fue una de las últimas ciudades que se opuso a la educación femenina.
Trota representó a la mujer sanadora del futuro lejano. Mostró confianza en su intuición, en el conocimiento de la ciencia, la conciencia de sufrimiento, el sentido de servicio, el amor por la fitomedicina y la capacidad de compasión. Siglos después surgirían algunos magníficos ejemplos de mujeres sanadoras: enfermeras, médicas, profesionales de la salud alternativa y parteras. El ejemplo y los escritos de Trota fueron de inspiración para todas.
(*) El contenido esencial de este artículo fue extraído del libro “Aromaterapia, despertando a las fragancias curativas” de Elizabeth Anne Jones, 2012, Editorial Antroposofica, Bs. As. República Argentina.