La desastrosa administración del presidente Joe Biden nos ha puesto en alerta permanente, ante la inminencia de un conflicto armado. Desde que el mundo volvió casi a la normalidad tras los confinamientos impuestos por el Covid-19, el presidente estadounidense parece no tener otra cosa que hacer que provocar a las potencias rivales. Primero fue Rusia, habiendo logrado desencadenar la invasión de Ucrania por parte de ese país. Ahora, no satisfecho con los resultados catastróficos, provoca a China a través de Taiwán. ¿Qué busca Biden con eso?
Amenazado en su hegemonía, Estados Unidos busca a toda costa desestabilizar el mundo para sacar ventajas. Éstas resultarían no solo por desviar la atención de las potencias rivales de su normal proceso de desarrollo, sino también a través de la venta de armamentos.
Me explico. Con la invasión de Ucrania, por ejemplo, Rusia está mucho más enfocada en ganar la guerra que concentrada en su proceso de desarrollo tecnológico, industrial, comercial, etc., no solo por razones obvias sino también por falta de recursos, ya que se están gastando fortunas en el conflicto. Lo mismo sucedió en el pasado con la Guerra Fría. Ante la amenaza de Estados Unidos, la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) dedicó todo su tiempo y gastó todos sus recursos a armarse “hasta los dientes”, olvidándose de invertir en otros sectores. Y el resultado ya lo conocemos: dejó de existir.
El nuevo perro vive enseñando los dientes
A diferencia de lo que ocurrió con la URSS, la China comunista pasó todos estos años invirtiendo en ciencia, en tecnología, pero no solo desde el punto de vista militar. Desarrolló varias industrias como la cibernética, por ejemplo, y ahora amenaza la hegemonía de los Estados Unidos no solo en ese sector, sino en muchos otros. Además, el gobierno chino ha establecido lazos con países de otros continentes, lo que le ha servido no solo como apoyo para vender sus productos de valor agregado, sino también desde un punto de vista geoestratégico.
Al ver este crecimiento, y sobre todo al ver amenazada su hegemonía económica (y política), Estados Unidos invierte ahora contra China poniendo a prueba su paciencia, como lo hizo con Rusia. Vladimir Putin no aguantó la presión e invadió Ucrania tras las provocaciones de Biden y sus aliados europeos. Y a pesar del daño que esta invasión está causando al mundo e incluso a la propia Europa, nada se está haciendo para revertir la situación. Por lo contrario. Son sanciones y más sanciones contra Rusia como Estado y también contra sus ciudadanos, solo para afirmarse como “los poderosos del mundo”.
Y ahora es el turno de China. A pesar de haber considerado durante todos estos años el territorio de Taiwán como perteneciente a China, Estados Unidos decidió provocar a la potencia comunista no solo realizando ejercicios militares conjuntos, sino también a través de la visita a la isla de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi este martes 2 de agosto. Aunque el presidente chino advirtió sobre la provocación que supondría tal visita, Pelosi aterrizó en suelo taiwanés, mostrando “quién gobierna el mundo” (¡Estados Unidos, por supuesto!).
El mundo espera que, a diferencia de Vladimir Putin, Xi Jinping no caiga en esta “trampa” y por tanto no desate otra guerra en este mundo ya penalizado. Biden y sus compinches necesitan un conflicto armado más, para desviar la atención del desastre que ha significado la potencia estadounidense en los últimos años, especialmente desde su administración, que muchas y muchos esperaban con ansias, dado el perfil de su antecesor. ¡Gran error! «El otro perro ladró pero no mordió». A diferencia de este “nuevo perro”, que se presentó “manso” y ahora “vive mostrando sus afilados dientes”.
Como dicen muchas/muchos analistas internacionales, el caos se está gestando en Estados Unidos, con una inflación nunca vista en los últimos 40 años, tasas de interés altas… En entrevista a la CNN, el exsecretario de Tesoro Larry Summers señaló que “cuando la inflación es tan alta y el desempleo es tan bajo, casi siempre es seguido por recesión”. Y la opción de un gobernante incompetente como Biden es provocar guerras, preferiblemente fuera de sus territorios (como siempre hace Estados Unidos, por cierto), para desviar la atención y, por otro lado, vender algunos aviones de combate, algunos tanques…
Es la llamada “cortina de humo”, o actitud para distraer la mirada de su pueblo y del mundo del desastroso gobierno que encabeza, así como de los rumores que ponen en duda su cordura. Incluso este mismo martes 2 de agosto, también se anunció el asesinato de un presunto líder de Al-Qaeda, Ayman al-Zawahiri en Afganistán, como una forma de dar credibilidad al gobernante en cuestión, ya que este grupo terrorista es vinculado a los ataques a las torres gemelas en septiembre de 2001, hecho que conmovió e indignó no sólo al pueblo estadounidense, sino al mundo en general.
En este escenario de despropósitos provocados por Estados Unidos, lo peor es que el mundo mira con los “brazos cruzados”. Los demás Estados (sobre todo los más influyentes como la Unión Europea, por ejemplo), así como las Naciones Unidas, no hacen nada para frenar a estos señores y esas soñadores de la guerra. Solo podemos esperar que la hegemonía estadounidense se convierta en decadencia de una vez por todas, como sucedió con todos los imperios que vinieron antes.