Las respuestas del pasado abren soluciones al presente y al futuro; Tapu y Umanga: Tapu es una obediencia absoluta a las leyes y a las normas, a convivir en el auto-cuidado. Umanga: yo te ayudo, tú me ayudas, y entre los dos ayudamos a otros, sin pensar que me vas a pagar.

Durante la pandemia de coronavirus, Rapa Nui fue cerrada para evitar el contagio. Teniendo en cuenta que por tres décadas la economía del territorio se sostuvo en base al turismo, con más
de 150 mil visitantes al año, esto significó un cambio total de la vida en la isla. En esta inesperada situación, las y los isleños dieron una respuesta totalmente opuesta a la del individualismo que durante esta época se había instalado.

El alcalde Pedro Edmunds cuenta que a partir de su cosmovisión, «generamos la idea de autoproducción. Huertos familiares, pesca y lo que sea que estemos haciendo, compartir. Umanga se llama en rapa nui». Se definieron por potenciar la creación de más de mil huertos que permitiera la autonomía alimentaria de la población, en el contexto de una cultura de lo que en el continente llaman trueque. Las isleñas concluían: «No fue tan malo, se vio mucho el UMANGA, el vivir en comunidad».

La anormalidad del individualismo, que ha inculcado el sistema neoliberal, y que en momentos de crisis no da respuestas a los pueblos, una y otra vez nos impulsa a volver a la raíz para
sobrevivir, develando que en momentos en que este modelo no responde, allí las personas vuelven a relacionarse, definen necesidades concretas como prioridades, dejando de lado lo
superfluo, surgiendo la alegría y la fuerza de la colaboración comunitaria.

El pueblo rapanui logró darse cuenta de las cosas que olvidaron por años y que podían retomar, como sembrar, criar animales, hacer trueque, demostrando que sí resulta un estilo de vida en que realmente se va desde la mirada propia hacia velar por los otros. Todo esto deja de manifiesto lo interesante y valioso del aporte de las diversidades de pueblos y culturas de Chile, y lo coherente de su reconocimiento en la plurinacionalidad.

Chile va a ser una nación con posibilidad de incidir desde las cosmovisiones que le dan origen a las formas de vida en el planeta, enseñándonos del buen vivir y alecciona sobre la forma de
ejercer una comunidad desde la sustentabilidad, superando el occidentalismo, integrando una representación política, que históricamente nos habla del mandato más sensible y básico, el de
la defensa de la naturaleza y la valorización de la tierra.

Desde la isla nos muestran de manera concreta una puerta de entrada, para luego seguir avanzando con el rescate lingüístico y cultural, que en su caso lidera el consejo de ancianos.

El convenio 169 de la OIT y el art. 237 Código Penal de Chile, hablan de los acuerdos reparatorios a las familias en la isla y pueblos ancestrales, dando soporte legal a la validación del TAPU, como acto respetuoso de la legalidad chilena.

La riqueza de cada cosmovisión no solo a nivel país, sino mundial, nos brinda una ruta en que el abrazar la multiculturalidad entrega y abre un sin fin de posibilidades en las relaciones
humanas y el cómo valoramos la diversidad, dándole énfasis a la convergencia de las culturas.

Finalmente, esto nos demuestra que todas somos uno, es decir, nos damos cuenta que lo que le pasa al otro nos afecta a todes por igual, e igualmente, que los beneficios mutuos son para
todas y todos.

 

Redacción colaborativa de Ruben Marcos, Guillermo Garcés, Sylvia Hidalgo, Natalia Canto y César Anguita, de la Comisión Política.