Una tarde me quedé dura del ciático. Me pregunté si tal vez era por haber estado tantas horas sentada en malas posturas en mi puesto de la feria.
De generación en generación venimos trabajando en mi familia de vendedores ambulantes. Hace ya varios años empecé con mi propio puesto para mostrar mi trabajo. Casi todas las personas que conozco trabajan también de vendedores ambulantes. La diferencia con las generaciones anteriores es que ahora la calle es la internet.
Es muy fácil acceder a un puesto en esta feria, todo empieza en la plaza principal y hay lugar para todxs. Solo que hay que dedicarle tiempo.
Trabajamos para ver quien grita más y más fuerte y así llamar la atención de la gente que pasa por la plaza, naturalmente, para poder vender.
Por cada persona que pasa “casualmente” por adelante de tu puesto tenés 1 segundo de atención. En ese segundo tenés que gritar algo fuerte, bello, importante o atractivo, como para tener chances de que alguien de esos cientos que pasan al día se detenga a mirar. Si eso sucede, se te suman 3 segundos de atención. Ahí ya tenés mas chances de que la persona quiera comprarte algo.
A estas personas les llamaremos “seguidores”.
Parecería ser, por lo que tengo entendido después de estos años, que el desafío del juego está en ir armando tu stand de la feria lo mas grande y bello posible. (Quisiera hacer hincapié en lo “bello” ya que el principio fundamental de esta feria es lo estético. Los 3 segundos de atención son visuales).
Ir ampliando el paño, ponerle un techito, colgarle decoraciones, poner música, repartir volantes a otros puestos invitando al tuyo, comprarle a otros feriantes, etc.
Si sos vendedor fijo de la feria y venís todos los días, podes ir consiguiendo otros puestos mejor ubicados como por ejemplo enfrente de la salida del cajero automático, o al lado del que vende gaseosa o junto a la heladería (este es uno de los mas deseados).
Esto de mejorar la ubicación del puesto para que pase más gente “casualmente” y tener mas posibilidades de obtener segundos de atención gratis, lo llamaremos “Algoritmo”.
Hay un montón de estrategias para intentar influenciar a ese algoritmo y conseguir el puesto deseado en la ubicación deseada. La meta final está en llegar a la avenida misma.
En la avenida pasa gente todo el tiempo sin parar, como una peatonal constante. (¡Ah, pero la rosca..!) Para entrar en la avenida tu puesto tiene que tener ya más de miles o hasta millones de “seguidores” “casuales”.
Los vendedores de los puestos de la avenida son gente muy especial. Podría dividirles graciosamente en varios grupitos como si fueran bandas (aunque no significa que se quieran entre si). Les influencers, les famoses, les famosilles, les anónimxs, etc.
Este ultimo grupo es interesante. Lxs anónimxs tienen puestos muy bien ubicados en la avenida pero solo porque venden algo conocido y de interés general como noticias o memes. Estos feriantes también trabajan y muchas veces solo representan tristemente otras identidades como medios hegemónicos de comunicación, por poner un ejemplo.
En fin, se imaginará Doctor a este punto del relato, que a veces al dolor de cintura se le suma de garganta, de muñeca, de dedo pulgar, de cervical…
Les feriantes en general tenemos problemas de atención, de concentración, de memoria… Los niveles de stress por las nubes, como si estuviéramos constantemente siendo perseguidos por un dinosaurio y debiéramos correr por nuestras vidas. Gravísimos ataques de ansiedad, de productividad altamente adictiva, de necesidad de satisfacción inmediata…
Vivimos drogadxs de endorfinas tan efímeras que ya casi ni disfrutamos del high. Los casos de baja autoestima son del 99%, producto de una constante comparación con los feriantes contiguos, sus puestos mejores y mas lindos, compitiendo por llamar más la atención.
A veces sospecho que solo vivimos para poder mostrarlo en la feria.
Otra cosa de la que sospecho es que luego, fuera de la feria, nos cuesta mucho relacionarnos, comunicarnos, demostrar afecto. Hace 20 años que estoy soltera Doctor.
En mi familia siempre hemos sido muy trabajadores y no es que quisiera venir yo aquí a quejarme del trabajo, faltaba más.
Solo que a veces en el silencio de mi habitación al final del día, después que pongo a cargar el celular, me pregunto si habrá otras maneras.
Me pregunto si algún día no tendré más la fuerza física de salir a gritar cada día a la feria. Me pregunto como haré, como harán las futuras generaciones, si un día no quieren ser más vendedores ambulantes. Me pregunto si en realidad el problema estará en la feria misma…
¿Cómo hacemos para trabajar en estos tiempos si no queremos un lugar ahí?